Hoy día, con todas nuestras formas complejas de ganarnos la vida y con nuestras infinitas posibilidades de diversión, millones de personas ya no po¬seen la capacidad de sentirse "alegres". Muchas de esas personas están tensas y nerviosas. Otras arrastran los pies, constantemente cansadas, a pesar de lo poco que hacen. Muchas son incapaces de conciliar el sueño por la noche y para un considerable número, el llamado incremento en el tiempo libre únicamente le ha proporcionado preocupaciones e infelicidad.
Estas son las palabras del doctor Harry Johnson, director del consejo mé¬dico del Life Extensión Institute (Instituto para la Prolongación de la Vida), y describe algunos de los síntomas de la tensión excesiva, una severa enfermedad que afecta a muchos de nosotros. Si usted se encuentra bajo una constante ten¬sión, o se ha encontrado alguna vez, sabe muy bien lo sombría que puede parecer la vida.
Y sin embargo, el doctor Johnson pretende que cierta cantidad de tensión es benéfica para todos. Se enterará de la razón de ello y de muchas cosas más sobre este tema tan poco comprendido, en esta lección tomada de su libro, Eat, Drink, Be Merry and Live Longer, una obra plena de realidades.
El éxito, la tranquilidad mental, la liberación de las preocupaciones de dine-un sentido de logro, todas estas son metas que valen la pena únicamente si encuentra en un estado mental y físico adecuado que le permita gozar los frutos de sus esfuerzos a medida que los cosecha. Y, por supuesto, no podrá disfrutarlos de ninguna manera si en usted hay tanta tensión que su mente y su cuerpo deciden que ya han tenido suficiente y quebrantan su resistencia.
Deje que uno de los hombres más sensatos de la profesión médica le prescriba algunas formas para que evite los problemas que no necesita y también le demuestre cómo curarse a sí mismo si ya padece algunos de los molestos síntomas de tensión.
El éxito es para disfrutarlo...
El estereotipo del ejecutivo de negocios, de hecho la forma en que muchos extranjeros piensan de la mayoría de los norteamericanos, es el de una persona bajo una constante tensión. Que consume tranquilizantes por toneladas y bebe galones de café negro mientras permanece sentado ante su escritorio hasta altas horas de la noche, trabajando hasta morir. Y si observamos ciertos comer¬ciales de la televisión, parece evidente que toda la población padece de intran¬quilidad, nervios destemplados, dolor de cabeza, indigestión y una completa incapacidad para conciliar el sueño.
Es muy cierto que en nuestros días, muchas personas que buscan consejo médico, expresan quejas que pueden atribuirse a una tensión excesiva.
Al mismo tiempo, las horas de trabajo son menos de lo que acostumbra¬ban ser, las pausas para el café se han convertido en una rutina establecida, las vacaciones son más prolongadas y más frecuentes, y constantemente se nos recuerda que disfrutamos de más ratos libres que nunca antes.
¿Por qué, entonces, oímos hablar tanto de la tensión y la presión? Parte de ello se debe a la época en la que vivimos. La comunicación instantánea ha llevado las complejidades del mundo hasta el seno de todos los hogares. Las constantes crisis, que nos transmiten con voces solemnes y grandes titulares con letras negras, proporcionan un medio ambiente de ansiedad. Debido a que únicamente experimentamos el presente, los peligros del día de hoy nos parecen peores que cualquier otra cosa que haya sucedido antes. Sin embargo, a me¬dida que analizamos los adelantos de la raza humana, jamás hemos estado más seguros.
Sin que por el momento tratemos de reconciliar estos hechos en apariencia contradictorios, vamos a reconocer que las personas que padecen de síntomas ocasionados por la tensión se enfrentan a una condición muy real y sumamente perturbadora. La tensión excesiva puede ocasionar padecimientos físicos tales como indigestión, jaquecas, dolor en casi cualquier parte del cuerpo y además, para las personas que se encuentran bajo una constante tensión, la vida puede convertirse en una constante tortura.
No obstante, lo que para una persona es una situación productora de ten¬siones, para otra es un obstáculo que puede vencer sin esfuerzo alguno. Todos debemos conocer si nuestro umbral de tensión es alto o bajo.
FATIGA Y TENSIÓN,
SENSACIONES PARECIDAS, PERO NO IGUALES
El cuerpo humano fue diseñado para resistir un infinito número de cambios y ataques ocasionados por su medio ambiente. El secreto de una buena salud yace en el ajuste adecuado de las diversas clases de fatiga del cuerpo humano.
FATIGA es el índice de desgaste natural del organismo. En términos más sencillos, cualquier cosa que parece agobiadora o cansada es causa de fatiga. El hecho de salir al frío o al calor produce fatiga. Hay fatiga en el cuerpo debido a una enfermedad, a un esfuerzo físico o mental, al hecho de cruzar la calle o vernos expuestos a una corriente de aire. Cualquier emoción, cualquier actividad, es causa de fatiga.
La sensación de estar agotados, nerviosos o enfermos, es un síntoma subje¬tivo de fatiga. La forma en que reaccionamos a la fatiga es lo que constituye la diferencia entre una vida sana y agradable y el sufrimiento debido a una gran variedad de síntomas desagradables.
Por otra parte, la fatiga representa un ataque físico directo al organismo, Y la tensión excesiva es uno de los agentes productores de esa fatiga.
Entonces, ¿qué es la TENSIÓN? En primer lugar, la tensión es normal y benéfica, es parte del funcionamiento normal del cuerpo y de hecho, sin ella no es posible llevar una vida sana. La tensión se ha definido como una "energía psíquica que es necesario liberar". La tensión es ese impulso interno que nor-malmente se considera como un signo de las personas de éxito, ya sea que se trate de un atleta de primera, de un obispo, de un ejecutivo de negocios o de un general. La tensión es lo que obliga al ser humano a "seguir adelante".
En contraste, muchos psicópatas, como por ejemplo los esquizofrénicos, no experimentan tensión alguna. Viven en otro mundo, en medio de una tranquilidad casi absoluta.
Por alguna razón, parece existir la noción popular de que la tensión es algo malo, pero no es así. Igual que muchas otras cosas en la vida, la tensión sólo es nociva en grandes dosis. Por ejemplo, la cuerda de un reloj no puede desempeñar su función sin estar bajo una constante tensión, pero todos sabemos cuáles son los resultados de darle demasiada cuerda al reloj. Sucede lo mismo con el cuerpo humano; la tensión que nos mantiene interesados y en estado de alerta es buena y necesaria. Pero cuando cruzamos esa delgada línea divisoria, más allá de la cual nos convertimos en seres aprensivos, ansiosos y temerosos, sólo entonces llega a ser algo malo.
De manera que la tensión, igual que el sazón en los alimentos, le propor¬ciona sabor y efectividad a la vida. La vida sin tensión es como una sopa sin sal. Cuando participamos en algún deporte o presenciamos un partido de fútbol, to-dos nos sentimos tensos.
Bajo circunstancias tales como las de un partido de fútbol, las personas no están conscientes de su estado de tensión. Sólo se dan cuenta de ello una vez que se afloja esa tensión y experimentan un sentimiento de alivio.
Sin lugar a duda, usted puede recordar incontables situaciones en las que se ha sentido tenso y después empezó a relajarse. Quizá durante la última hora de un largo viaje condujo su automóvil en medio de un intenso tráfico y después se registró en la cómoda habitación de un hotel. Gradualmente se dio cuenta de que ya no tenía que estar en estado de alerta y se sintió satisfecho y relajado. Esos son los buenos momentos de la vida. Pero imagínese si en vez de eso sim-plemente no fuera capaz de relajarse; que no pudiera hacerlo ni siquiera en la comodidad de su habitación y permaneciera despierto, reviviendo todos los peli-gros del viaje. Esta es una TENSIÓN EXCESIVA.
Lo más serio acerca de la tensión excesiva es que puede ocasionar cambios muy reales en el cuerpo mismo si persiste durante cierto periodo de tiempo. Esa es la razón por la cual, si tiene cualquiera de los síntomas de una tensión excesiva, es esencial que averigüe tan pronto como le sea posible las causas de la misma.
LOS SÍNTOMAS DE LA EXCESIVA TENSIÓN
Los síntomas físicos de la tensión excesiva incluyen dolor de cabeza, can¬sancio, irritabilidad, indigestión, dolor de espalda, insomnio y rigidez muscular.
Por supuesto, cualquiera de estos síntomas pueden surgir debido a un tras¬torno o a un padecimiento orgánicos, pero esto puede determinarse por medio de un examen físico. Esta es la razón por la cual es muy importante el examen mé¬dico anual.
También sabemos que muchos de estos síntomas pueden originarse debido a un trastorno emocional. Esta es una situación muy complicada que implica a todo el patrón de estabilidad emocional de la persona y no es una causa tan probable como parecen creerlo muchas personas. Hay más posibilidades de que la culpable de ello sea la excesiva tensión.
Nuestra experiencia en el Life Extensión Institute, al examinar a casi tres millones de personas desde el año de 1914, ha confirmado que el síntoma indi¬vidual más común de la excesiva tensión es la fatiga. Durante todo el día puede estar presente un sentimiento de agotamiento y, sin embargo, la persona experi¬menta dificultad para conciliar el sueño por la noche.
Otro síntoma común es una sensación de inquietud crónica y de incapacidad para concentrarse. Recuerdo a un ejecutivo de una gran compañía que me comentó, "No importa lo arduo de mi trabajo, no parece que logre hacer nada. Corro todo el día a la máxima velocidad, pero logro muy poco". El lego en la materia tiene una frase para explicar esto: "girar como una rueda".
Después tenemos el dolor de cabeza ocasionado por la tensión, que las
personas describen como una sensación de tirantez y dolor en la parte posterior del cuello y la cabeza. Es probable que entre los hombres de negocios la tensión sea la causa más común del dolor de cabeza. Se desarrolla con regularidad al final del día, pero los rayos X y los exámenes no revelan ninguna causa orgánica.
También hay muchos síntomas característicos que se originan en el aparato gastrointestinal, "indigestión", gases, estreñimiento y calambres en la parte inferior del abdomen, todo lo cual puede estar ocasionado por la tensión.
Por último, las palpitaciones cardiacas acompañadas por una sensación de opresión en el tórax, alrededor del corazón, también puede ser resultado de la tensión.
Todos y cada uno de estos síntomas son desagradables, por no decir más. También son una advertencia de que quizá se encamina hacia un problema más severo.
Aun cuando la excesiva tensión puede perturbar a las personas de cualquier condición social, comúnmente pensamos en ella como si se tratara de un "padecimiento de los ejecutivos". Está muy en boga referirnos a la "competencia inexorable" como el villano y a la úlcera como el distintivo de honor de la Avenida Madison.
¿QUÉ TAN DIFUNDIDA ESTÁ LA EXCESIVA TENSIÓN?
Para averiguar qué tan difundida está en realidad la tensión excesiva entre los ejecutivos, llevamos a cabo un estudio entre seis mil hombres de negocios. Nuestro propósito era determinar la frecuencia con que ocurría y los grados de la tensión, así como los efectos que tienen sobre ella las diversas clases de trabajos. Los resultados, que se publicaron extensamente, fueron muy satisfactorios: entre los ejecutivos, la tensión excesiva no es tan frecuente como comúnmente suponemos.
Por ejemplo, el 78 por ciento de los hombres de negocios informó que no tenía un trabajo demasiado arduo.
El ochenta y uno por ciento comentó que tenía un trabajo que le agradaba mucho.
Sólo el uno por ciento informó que tenía severos conflictos de personalidad con sus asociados de negocios.
La inmensa mayoría informó que tenía buenos hábitos de salud, como dor¬mir bien, diversiones, comida, bebida y cigarrillos en consumo moderado.
A lo que eso se redujo fue a lo siguiente: sólo el 13 por ciento de los ejecutivos se quejó de una excesiva tensión, de que trabajaban bajo una constante presión
Ese estudio fue de lo más alentador y corrigió un concepto erróneo muy importante acerca de la vida de los ejecutivos. Sin embargo, el 13 por ciento de todos los ejecutivos de Estados Unidos todavía es una cifra considerable de personas que padecen una tensión excesiva. Deberíamos hacer hasta lo impo-sible por comprender la causa de esta tensión excesiva, a fin de reducir el número de quienes la padecen. Su efecto sobre la economía, para no decir nada de la miseria humana entre la familia de un ejecutivo abrumado por las tensiones, es de tal naturaleza, que deberíamos realizar toda clase de esfuerzos para erradicar los padecimientos ocasionados por la tensión.
ALGUNAS HISTORIAS CLÍNICAS DE TENSIÓN
De inmediato me vienen a la mente varios casos. Recuerdo a John Jones, un ejecutivo que había alcanzado un gran éxito en una enorme corporación. John es lo que se conoce como un ejecutivo "de paso acelerado". Posee una energía interna que lo ha impulsado hasta la cima y que lo hace sentirse impa¬ciente por obtener resultados.
Este es un ejemplo de los buenos efectos de la tensión. Sin embargo, cuando John vino a visitarme para su examen físico anual, se quejaba de terribles dolores de cabeza, de problemas para conciliar el sueño y de una creciente irritabilidad con sus asociados de negocios y con su familia. No nos llevó mucho tiempo determinar que John se había convertido en una víctima de la tensión excesiva. Y tampoco nos llevó mucho tiempo encontrar la causa, una vez que discutimos su día de trabajo normal.
Recientemente John se hizo cargo de una nueva división de su compañía, en la cual existía un mal panorama de utilidades. A pesar de que trabajaba muchas horas y arduamente, eso no parecía tener ningún impacto en los múltiples pro-blemas involucrados y empezó a pensar que él era el único que llevaba la carga. A medida que aumentaba su tensión, también incrementaba su presión sobre el personal, lo que daba por resultado una mala voluntad y falta de cooperación.
También lo consumía el temor de que sus superiores no estuvieran muy satisfechos con sus progresos, el presidente de la compañía era un tipo nada pródigo en alabanzas y John no sabía en qué posición se encontraba. Le sugeri¬mos que de inmediato aclarara ese asunto con sus superiores, aun cuando eso significara buscar otro trabajo.
Después de una semana John fue a verme y ya empezaba a lucir como antes. La confrontación con el presidente de su compañía reveló que los funcionarios de la compañía se encontraban más que satisfechos con sus logros y de hecho, pensaban que era algo "milagroso". En realidad el presidente temía tanto que John renunciara a su puesto en la compañía, que insistió en que de inmediato tomara unas vacaciones adicionales, y mientras tanto le prometió asignarle más personal para ayudarlo.
Este caso nos ofrece dos lecciones: 1. Si tiene la impresión de que está fallando en su trabajo, averigüe cuál es su posición exacta y enfréntese a la situa¬ción sin importar las consecuencias. 2. Si entre su personal cuentan con un hombre consciente como John Jones, indíquenle de vez en cuando que se sien¬ten muy complacidos con sus esfuerzos.
No tiene que ser ejecutivo de negocios para padecer una excesiva tensión. Recuerdo a una ama de casa que siempre se había sentido satisfecha con su vida social y en el hogar. Ahora se sentía "tensa" todo el tiempo, y propensa a repen¬tinos estallidos de malhumor. A menudo recorría toda la casa a la medianoche, absolutamente incapaz de conciliar el sueño. Una breve discusión reveló que esta¬ba preocupada por la falta de progreso de su hijo adolescente, quien se mostraba más interesado en la mecánica que en prepararse para seguir la carrera de leyes, tal y como lo deseaba su amorosa madre. Una vez que ella se enfrentó al hecho de que tanto el medio legal como la industria estarían mejor servidos si su hijo estudiaba ingeniería mecánica, se desvanecieron todos sus síntomas.
“NO CULPEN A LA "COMPETENCIA INEXORABLE"
Muchas personas que se quejan de una tensión excesiva la hacen a un lado con una referencia a la vieja "competencia inexorable" y experimentan cierto perverso placer haciéndose la ilusión de que trabajan intensamente.
Creo que puedo manifestar en una forma categórica que en la actualidad muy pocas personas realmente trabajan en exceso. Muy rara vez oímos hablar de síntomas que puedan achacarse directamente al exceso de trabajo. Hace apenas cincuenta años, la gente trabajaba muchas horas más y había menos casos de "tensión" y de "nervios". Debemos reconocer que hoy día casi todo pasamos apenas el 20 por ciento de nuestro tiempo en el trabajo. El resto, el 80 por ciento, transcurre fuera de la oficina o del taller. Con mucha frecuencia, los casos de tensión excesiva se encuentran en el patrón de vida de las horas fuera del trabajo.
Desde hace mucho tiempo, los sociólogos han comentado los problemas del tiempo libre. Como hombre dedicado a la medicina, puedo atestiguar que los ratos de ocio y la "opulencia" sí producen problemas de salud. La mayoría de la gente no es víctima de la competencia inexorable, sino que ha creado su pro¬pia competencia despiadada. No ha aprendido a enfrentarse a su medio ambiente.
• Porque es más fácil viajar en autobús o conducir un vehículo que caminar, casi nadie hace suficiente ejercicio.
• Porque los alimentos y las bebidas están accesibles a todos, la mayoría de la gente tiene problemas de exceso de peso.
• Porque contamos con una diversión incorporada al hogar, la que nos proporciona la televisión, hay demasiadas personas que se han vuelto pasivas en las actividades durante sus ratos de esparcimiento. No reciben el estímulo mental que ofrecen los juegos activos y la conversación animada.
• Porque hay un número cada vez mayor de personas que recorren grandes distancias entre su hogar y el trabajo, a menudo descuidan sus horas de sueño en un esfuerzo por pasar más tiempo en compañía de su familia.
De manera que para resolver las causas de la excesiva tensión no basta con examinar la situación de trabajo; deberá examinar todo su patrón de vida para averiguar en qué punto se ha descarriado.
ESTABLEZCA SU UMBRAL DE TENSIÓN
Casi todas las personas comprenden sus limitaciones físicas. No obstante, lay muchas que no parecen comprender que el grado de tensión que podemos soportar es algo muy personal. Una persona puede tolerar una gran cantidad de
presión sin ningún efecto nocivo, pero para otra, la misma tensión sería catastrófica. Si su trabajo o su medio ambiente le crea una tensión mayor de la que puede soportar, no luche contra ello, sino más bien trate de cambiar su forma de vida.
Al mismo tiempo, debe volver a examinar sus hábitos de salud.
En nuestro estudio sobre la tensión entre los ejecutivos, esto es lo que descubrimos acerca de los hábitos de salud del 13 por ciento que se quejó de una excesiva tensión.
• Cuan do comen:
desayunan al vuelo (menos de cinco minutos).
engullen la comida (menos de quince minutos).
se apresuran durante la cena (menos de treinta minutos).
y un elevado porcentaje está a dieta, cuidando trastornos gástricos.
• En sus diversiones:
muy pocos de los que se quejan de tensión practican alguna forma de ejerci¬cio regular.
muy pocos tienen intereses extracurriculares (religiosos, cívicos, etcétera), muchos no disfrutan de ningún pasatiempo. y una persona de cada cinco no tiene ninguna clase de diversión.
• En su descanso:
muchos duermen un promedio de seis horas o menos cada noche, muy pocos tienen los fines de semana libres para dedicarlos a su familia y a su persona.
y su tiempo de vacaciones es un 20 por ciento menos que el del promedio total.
• En sus hábitos de fumar y beber:
casi todos son grandes fumadores.
la mayoría bebe cocteles a la hora de comer, y muchos beben más de dos. muchos toman más de dos cocteles antes de la cena.
• En los medicamentos que toman:
casi todos recurren al uso de sedantes que inducen al sueño, casi todos calman sus nervios con ayuda de tranquilizantes.
Si la persona excesivamente tensa puede lograr un cambio en sus hábitos de salud, quizá eso sea todo lo que necesita. No obstante, si no le es posible lograrlo, tal vez estaría indicada la ayuda de un psiquiatra.
CONCLUSIONES
Hemos hablado primordialmente de las personas que ya son víctimas de una excesiva fatiga y tensión. Esas personas no vinieron al mundo con esos síntomas y tampoco vinieron necesariamente con una predisposición a ellos. En algún punto del camino adquirieron ciertos hábitos o fracasaron al enfrentarse a deter¬minadas situaciones que fueron la causa de esos síntomas. Si desea evitar la adquisición de dichos síntomas he aquí unos cuantos principios para conseguirlo:
• Si duda de su capacidad para desempeñar bien su trabajo, tome algunas medi¬das para averiguar si se encuentra en la línea adecuada de trabajo y cambie si lo cree necesario.
• Enfréntese a la realidad de la vida de opulencia y de ratos de ocio de que ahora disfrutamos casi todos. Recuerde que lo que hace entre las 9.00 a.m. y las 5.00 p.m. no es tan nocivo como lo que hace entre las 5.00 p.m. y las 9.00 a.m.
• Viva de acuerdo con sus ingresos. No se preocupe por competir con sus vecinos o amigos. Este consejo parece estar fuera de mi competencia como mé¬dico. Sin embargo, sabemos que los conflictos en la vida cotidiana desarrollan tensiones y por lo tanto afectan su bienestar físico.
• Si tiene problemas en su trato con los demás, ya sea en el aspecto social o en el trabajo, vale más que busque ayuda profesional.
• Todas las personas que trabajan atadas a un escritorio deben abandonar su asiento por lo menos una vez cada dos horas y caminar por la oficina durante unos minutos.
• Los presidentes de las juntas directivas deben solicitar pausas ocasionales de diez minutos durante las reuniones, para acabar tanto con la tensión como con el tedio.
• Si constantemente se siente fatigado, en realidad quizá necesite más actividad física, o tal vez le fastidie lo que hace. Es mejor que indague qué es lo que pasa.
• El relajamiento en pequeñas y grandes dosis es el antídoto para una tensión excesiva. Esto no significa descansar; significa un cambio de escenario, un cambio de actividad.
• La mejor cura para la fatiga causada por la tensión es el ejercicio, y el mejor
ejercicio es caminar.
• Por último, conozca cuál es su umbral de tensión y aprenda a vivir de acuerdo con él.
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