“Nunca dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.
Desde los primeros años de nuestra juventud, todos hemos vivido escuchando esa sabia advertencia de Benjamín Franklin. Es una de las expresiones favoritas de todos los padres; la escuchamos en labios de los nuestros y ahora la repetimos a nuestros hijos. Sin embargo, a pesar de que reconocemos la gran verdad de ese axioma, por lo general manejamos nuestra vida como si hubiese una transposición de palabras y se entendiese, “Nunca hagas hoy lo que puedes dejar para mañana”.
Desafortunadamente no hay un mañana. El mañana sólo puede encontrarse en el calendario de los tontos. Para ellos, el mañana es el día en que iniciarán la jornada hacia el éxito y la riqueza; mañana es el día en que se reformarán, trabajarán más arduamente, cambiarán sus hábitos, repararán las amistades rotas, saldarán viejas deudas y harán una solicitud para obtener un mejor empleo.
Pero el mañana jamás llega e incontables vidas que ofrecían tantas promesas se desperdician en esa postergación. Como escribió Stephen Leacock hace mucho tiempo: “El niño dice, ‘Cuando sea un niño grande’ pero, ¿qué es eso? El niño grande dice ‘Cuando sea adulto’ y después, ya adulto, dice Cuados me case’. Pero después de todo, ¿qué significa estar casado? El pensamiento cambia a ‘Cuando me jubile’.. y cuando llega el momento de la jubilación, vuelve la mirada hacia atrás, sobre el paisaje que recorrió; un viento frío parece barrerlo; en alguna forma, se perdió de todo y ha desaparecido”.
El éxito y la postergación son absolutamente incompatibles. A fin de triunfar, deben, y pueden, curarse del habito de dejar las cosas para después. El doctor Wayne W. Dyer, autor de grandes éxitos de ventas, le enseñará cómo hacerlo. Aproveche esta lección, no mañana sino ahora…
¿Es usted persona morosa que lo posterga todo? Si es como la mayoría de la gente, la respuesta a esta pregunta es sí. Pero es posible que prefiera no vivir con toda esa ansiedad que acompaña a la postergación como una forma de vida. Quizá encuentre posponiendo un buen número de tareas que quiere desempeñar, y, sin embargo, por alguna razón, sigue retardando la acción. Es asunto de la postergación es una faceta extraordinariamente tediosa de la vida. Si se trata de un caso grave, difícilmente transcurrirá un día sin que se diga, “Se que debería hacerlo, pero más tarde me dedicare a ello”. Es difícil cumpas a las fuerzas externas de su zona errónea de “postergación”. Es algo que sólo incumbe a usted, tanto el hecho de posponer las cosas como la incomodidad resultante que tiene que soportar.
La postergación es lo que más se aproxima a una zona errónea universal. Muy pocas son las personas que puede decir con absoluta honestidad que no son morosas, a pesar del hecho de que a la postre es una actitud nociva. Como sucede en todas las zonas erróneas, no hay nada malo en el comportamiento mismo; de hecho, ni siquiera existe la postergación. Usted simplemente hace algo y en realidad las cosas que no hace no se posponen, sino que más bien se quedan sin hacer. Lo que representa el comportamiento neurótico es únicamente la reacción emocional y la inmovilización acompañantes. Si tiene la impresión de que está dejando las cosas para después y eso le agrada, sin que haya ningún sentimiento concomitante de culpa, ansiedad o trastorno, entonces por supuesto siga con esa actitud. Sin embargo, para la mayoría de la gente, la postergación es en esa realidad un escape para no vivir en toda su plenitud el momento presente.
ESPERANZA, DESEANDO Y QUIZÁ
Hay tres frases neuróticas de la persona morosa que componen el sistema de: apoyo para mantener ese comportamiento de dejarlo todo para después.
• “Espero que las cosas resulten bien”
• “Desearía que las cosas fuesen mejores”
• “Quizá todo resultaría bien”
He allí la delicia de la persona que lo posterga todo. Mientras siga diciendo quizá, espero o desearía, puede usas esas frases como una razón fundamental para no hacer nada ahora. Todos los deseos y las esperanzas son una pérdida de tiempo, el desatino de quienes residen en el país de las hadas. Ninguna cantidad de eso llegará jamás a hacerlos que hagan algo. Simplemente son frases convenientes de escape que les imponen enrollarse las mangas y emprender las tareas que han decidido que tienen la suficiente importancia como para que se encuentren en su lista de actividades de la vida.
Usted puede hacer cualquier cosa que mentalmente haya decidido llevar a cabo. Es fuerte, capaz y de ninguna manera frágil. Pero al dejar las cosas para algún momento futuro, estará cediendo al escapismo, a la duda de sí mismo y lo que es aún significativo, al autoengaño. Su zona de dejar las cosas para después es un movimiento que lo aleja de sentirse fuerte en su momento presente y lo dirige a la esperanza de que las cosas mejorarán en el futuro.
LA INERCIA COMO UNA ESTRATEGIA PARA VIVIR
He aquí una frase que puede mantenerlo inerte en su momento actual: “Si espero, las cosas mejorarán”. Para ciertas personas, esta actitud llega a convertirse en una forma de vida, siempre dejan las cosas para algún día que jamás llegará.
Mark, uno de mis pacientes recientes, fue a consultarme, quejándose de su matrimonio desdichado. Mark ya había pasado de los cincuenta años y tenía casi treinta de casado. Cuando empezamos a hablar de su matrimonio, estaba claro que las quejas de Mark databan de muchos años. “Incluso dese el principio, nunca hubo nada bueno”, declaró en cierto momento. Le pregunté a Mark por qué siguió adelante a lo largo de todos esos años de infelicidad. “Esperaba que las cosas mejoraran”, me confesó. Casi treinta años de esperar y Mark y su esposa seguían sintiéndose desdichados.
A medida que charlamos más acerca de la vida y el matrimonio de Mark, reconoció una historia de impotencia que databa por lo menos de una década. Le pregunté si alguna vez buscó ayuda para su problema. Por supuesto que no, simplemente había evitado el sexo cada vez más, en espera de que el problema desapareciera por sí solo. “Estaba seguro de que las cosas mejorarían”, declaró Mark haciendo eco a su comentario original.
Mark y su matrimonio eran un clásico de inercia. Rehuía sus problemas, justificando su abstención de hacer algo al manifestar: “Si espero y no hago nada, quizá las cosas se solucionarán por sí solas”. Pero Mark aprendió que las cosas jamás mejoran solas; siempre permanecen exactamente tal y como están. Cuando mucho, las cosas cambian, pero no mejoran. Las cosas en sí (circunstancias, situaciones, acontecimientos, personas) no mejoran solas. Si su vida es mejor, es porque usted hizo algo constructivo para mejorarla.
Echemos un vistazo más de cerca a este comportamiento de postergación y a la forma de eliminarlo con algunas resoluciones bastante sencillas. Se trata de una zona que puede despejar sin una gran cantidad de “trabajo mental” arduo, ya que es algo que usted solo ha creado para sí mismo, sin ninguno de los refuerzos culturales que son el sello distintivo de tantas otras zonas erróneas.
COMO FUNCIONA LA POSTERGACIÓN.
Donald Marquis llamó a la postergación “el arte de mantenerse al paso con el ayer”. A esto yo añadiría “y de evitar el día de hoy”. Así es como funciona. Usted sabe que hay ciertas cosas que quiere hacer, no porque alguien lo haya decidido así, sino porque son sus propias elecciones deliberadas. Sin embargo, muchas de ellas jamás llegan a hacerse, a pesar de que se dice a sí mismo que harán. La resolución de hacer en el futuro algo que no pudo hacer hoy es un sustituto aceptable para la acción, que le permite engañarse pensando que en realidad no se compromete al no hacer lo que tenía decidido hacer. Es un sistema muy cómodo que funciona más o menos así: “Se que debo hacerlo, pero en realidad me temo que tal vez no lo haría bien, o que no me agradará hacerlo. Así que me digo a mi mismo que lo haré en el futuro y de esta manera no estoy obligado a reconocer que no estoy dispuesto a hacerlo. Y es más fácil aceptarme así”. Esta es la clase de razonamiento conveniente, pero desilusorio, que puede poner en práctica cuando se enfrenta al hecho de tener que hacer algo que resulta desagradable o difícil.
Si es la clase de persona que vive de una manera y declara que en el futuro vivirá de otra, esas declaraciones son vacías. Sencillamente es la clase de persona que siempre aplaza las cosas y jamás las lleva a cabo.
Por supuesto, hay diversos grados de postergación. Es posible postergar las cosas hasta cierto punto y después terminar una tarea justo antes del tiempo límite. Una vez más, esta es una forma común de autoengaño. Si se concede una cantidad mínima de tiempo para efectuar su trabajo, entonces podrá justificar los malos resultados o un desempeño que está muy lejos de ser excelente diciéndose a sí mismo, “Simplemente no dispuse del tiempo suficiente”. Pero sí dispone de tiempo suficiente. Sabe que las personas ocupadas sí logran hacer las cosas. Pero si pasa el tiempo quejándose de todo lo que quiere qué hacer (postergación), entonces, no dispondrá de tiempo para hacerlo en el momento presente.
En una ocasión tuve una colega que era especialista en la postergación. Siempre estaba ocupado en la persecución de negocios y hablando de lo mucho que tenía qué hacer. Cuando hablaba, los demás se cansaban sólo de imaginar el ritmo de vida, pero un vistazo más de cerca revelaba que mi colega en realidad hacía muy poco. Tenía en mente cantidades astronómicas de proyectos y jamás se decidía a trabajar en ninguno de ellos. Me imagino que cada noche antes de conciliar el sueño, se engañaba con la promesa de que mañana haría esa labor. De lo contrario, ¿de qué otra manera habría podido conciliar el sueño conservando intacto su sistema de autoengaño? Tal vez sabía que no lo haría, pero en tanto jurara que lo haría, su momento presente se encontraba a salvo.
Usted no necesariamente es lo que dice. El comportamiento es un barómetro mucho más preciso que las palabras, cuando se trata de señalar lo que usted es. Lo que hace en sus momentos presentes es el único indicador de lo que en realidad es como persona. Emerson escribió:
No diga nada. Lo que es resalta por encima de usted todo el tiempo, resonando de tal manera que no puedo escuchar lo que usted dice en contrario.
La próxima vez que diga que hará algo, a sabiendas de que no será así, tenga presentes estas palabras. Son un antídoto contra la postergación.
CRÍTICOS Y HACEDORES
La postergación como forma de vida es una técnica que puede usar para evitar la acción. La persona que no hace las cosas, a menudo se muestra crítica, es decir, es alguien que se sienta a observar a los hacedores y después comenta filosóficamente sobre la forma de actuar de los demás. Es muy fácil ser crítico, pero para ser un hacedor se requiere de esfuerzo, riesgo y cambios.
El crítico
Nuestra cultura está repleta de críticos; incluso pagamos por escucharlos. Cuando se observe a sí mismo y a las personas que lo rodean, tome nota de la cantidad de intercambio social dedicado a la crítica. ¿Por qué? Porque simplemente es más fácil hablar de la forma en que alguien se desempeña que ser el ejecutante. Tome nota de los verdaderos campeones, aquellos que han mantenido un elevado nivel de excelencia durante cierto periodo de tiempo. Los Henry Aaron, los Johnny Carson, los Boby Fisher, las Katherine Hepburn, los Joe Louis y todos los que tienen cabida en esa clase de personas. Hacedores a los niveles más elevados; campeones en todas las formas. ¿Acaso se sienta por allí criticando severamente a loso demás? Los verdaderos hacedores no disponen de tiempo para hacer críticas; están demasiado ocupados actuando, trabajan. Ayudan a quienes no son tan talentosos, en vez de hacer las veces de críticos. La crítica constructiva puede ser provechosa. Pero si usted ha elegido el papel de observador en vez de hacedor, no logrará madurar. Es más, quizá esté haciendo uso de su crítica para absolverse de la responsabilidad de su propia inefectividad, proyectándola hacia quienes en realidad hacen un esfuerzo. Puede aprender a hacer caso omiso de las personas siempre dispuestas a encontrar faltas y quienes se autonombran críticos. Su primera estrategia será reconocer esos mismos comportamientos en usted mismo y resolverse a eliminarlos por completo, de manera que puedan convertirse en hacedor, en vez de ser un crítico que todo lo posterga.
EL HASTÍO:
UN EFECTO DE LA POSTERGACIÓN
La vida nunca es tediosa, pero ciertas personas eligen el hastío. El concepto del hastío acarrea la incapacidad de emplear el momento presente en una forma personalmente satisfactoria. El hastío es una elección; algo que usted mismo se impone y, además, es otro de esos artículos de auto derrota que puede eliminar de su vida. Cuando posterga las cosas, emplea sus momentos presentes en no hacer nada, como una alternativa de hacer algo. El no hacer nada es conducente al hastío. La tendencia es culpar al medio ambiente del propio hastío. “Esta ciudad es realmente aburrida”, o bien, “Qué orador tan tedioso”. La ciudad en cuestión o el orador nunca son tediosos; es usted quien experimenta el tedio y puede eliminarlo ocupando su mente o su energía en hacer algo en ese momento.
Samuel Butler comentó, “El hombre que se permite experimentar el aburrimiento es todavía más despreciable que el que aburre”. Al hacer lo que ha elegido, ahora mismo, o al emplear su mente en nuevas formas creativas, podrá estar seguro de que jamás volverá a elegir el hastío para sí mismo. Como siempre, la elección es suya.
ALGUNOS COMPORTAMIENTOS TÍPICOS DE POSTERGACIÓN
He aquí algunas áreas en donde la postergación es una elección mucho más sencilla que la acción.
• Permanecer en un empleo en el que se siente relegado e incapaz de progresar.
• Aferrarse a una relación que se ha vuelto áspera. Permanecer casado (o soltero) y esperar simplemente a que las cosas mejoren.
• Rehusarse a tratar de resolver situaciones difíciles como el sexo, la timidez o las fobias. Esperar sencillamente a que mejoren, en vez de tratar de hacer algo constructivo respecto a ellas.
• No hacer frente a acciones como el alcoholismo, las drogas, las pastillas o el tabaquismo. Decir, “Lo dejaré cuando esté preparado para hacerlo”, a sabiendas de que lo posterga porque duda de ser capaz de hacerlo.
• Dejar para después las tareas arduas o humildes, como la limpieza, las reparaciones, la costura, cortar el césped, pintar y otras cosas por el estilo, siempre y cuando en realidad le importe si se llevan a cabo o no. Si espera el tiempo suficiente, quizá se h arán por sí solas.
• Evitar una confrontación con los demás, por ejemplo con una figura autoritaria, un amigo, un amante, un vendedor o un mecánico. Al esperar, acaba por no tener que hacerlo, aún cuando la confrontación quizá habría mejorado la relación o el servicio.
• Sentir temor de cambiar de ubicación geográfica. Permanecer en el mismo lugar durante toda su vida.
• Dejar para después la posibilidad de pasar un día o una hora en compañía de sus hijos, algo que podría disfrutar, sólo porque tiene demasiado trabajo o porque se encuentra sumergido en asuntos muy serios. De igual manera, no salir por la noche a cenar, al teatro o a algún evento deportivo en compañía de sus seres queridos, usando su línea de “Estoy ocupado” para posponer esa salida para siempre.
• Decidirse a empezar su dieta mañana o la semana próxima. Es más sencillo posponerla que olvidarse de ella, de manera que declara, “Empezaré mañana”, lo que por supuesto jamás sucederá.
• Hacer uso del sueño o del cansancio como una razón para posponer las cosas. ¿Ha observado alguna vez lo cansado que se siente cuando está a punto de hacer algo realmente incómodo o difícil? Una poca de fatiga es un fabuloso instrumento para el aplazamiento.
• Enfermar cuando se enfrenta a una tarea perturbadora o molesta. ¿Cómo podría hacerlo ahora, cuando se sienta tan mal? Igual que el agotamiento que acabamos de mencionar, es una excelente técnica para postergar las cosas.
• La artimaña de “no dispongo de tiempo para hacerlo”, con la cual se justifica por no hacer algo, debido a su programa tan ocupado, pero en el que, sin embargo, siempre hay lugar para todas aquellas cosas que en realidad desea hacer.
• Anhelar constantemente unas vacaciones o ese viaje de ensueño. El próximo año encontraremos el Nirvana.
• Mostrarse crítico y hacer uso de su crítica de los demás para disfrazar su propia negociación para actuar.
• Rehusarse a un examen médico cuando tiene la sospecha de algún mal funcionamiento. Al posponerlo, no tendrá que enfrentarse a la realidad de una posible enfermedad.
• Sentir temor de dar un paso para acercarse a algún ser querido. Es lo que desea, pero prefiere esperar a que las cosas mejore.
• Sentirse hastiado en cualquier momento de su vida. Esta es simplemente una forma de posponer algo y usar el suceso tedioso como una razón para no hacer algo más emocionante.
• Planear, pero sin que nunca ponga en práctica un programa regular de ejercicio. “Empezaré de inmediato… la próxima semana”.
• Vivir toda su vida dedicándose a sus hijos, dejando siempre para después su propia felicidad. ¿Cómo podemos permitirnos unas vacaciones, cuando tenemos la preocupación de la educación de nuestros hijos?
RAZONES PARA SEGUIR DEJANDO LAS COSAS PARA DESPUES
El motivo fundamental para posponer las cosas se compone de una parte de autoengaño y dos parte de escapismo. He aquí las recompensas más importantes por aferrarse a la postergación.
• Es obvio que el hecho de dejar las cosas para después le permite escaparse de las actividades desagradables. Quizá haya ciertas cosas que teme hacer, o cosas que una parte de usted desea hacer, pero otra parte no. Recuerde, no hay nada negro o blanco.
• Puede sentirse cómo como su sistema de autoengaño. Al mentirse a sí mismo, no está obligado a admitir que no es un “hacedor” en este momento particular.
• Puede seguir exactamente como siempre, en tanto que diga dejando las cosas para después. Así elimina el cambio y todos los riesgos que van aparejados.
• Al sentirse hastiado, tiene a alguien o a algo a quien culpar por su estado de infelicidad; así desvía la responsabilidad, alejándola de usted en dirección a la actividad tediosa.
• Al mostrarse crítico, puede sentirse importante a costa de los demás. Es una forma de usar la actuación de los demás como un escalón para elevarse a sí mismo en su propia menta. Más autoengaños.
• Al esperar que las cosas mejoren, puede culpar al mundo de su infelicidad; las cosas simplemente nunca parecen salir bien para usted. Una gran estrategia para no hacer nada.
• Puede evitar que alguna vez llegue a fracasar, rehuyendo todas las actividades que implican ciertos riesgos. En esta forma, nunca se verá frente a frente con su propia duda a cerca de su capacidad.
• El desear que las cosas sucedan, esas fantasías de Santa Claus, le permite volver a una infancia segura y protegida.
• Puede contar con la simpatía de los demás y sentir lástima de sí mismo por la ansiedad con que vive como resultado de no hacer lo que quisiera que se hiciera.
• Puede justificar un desempeño negligente o menor que aceptable en cualquier cosa, si la posterga el tiempo suficiente, dejando después un segmento mínimo de tiempo para hacerlo. “Pero es que sencillamente no tuve tiempo”.
• Al posponer las cosas, quizá logre que alguien más las haga por usted. De esta manera, la postergación se convierte en un medio de manipular a los demás.
• Al dejar las cosas para después, eso le permite engañarse creyendo que es diferente de cómo en realidad es.
• Al evitar una tarea, puede evadir el éxito. Si no tiene éxito, evitará la obligación de sentirse satisfecho consigo mismo y la responsabilidad de la constante responsabilidad que va a aunada al éxito.
Ahora que ya ha adquirido cierta perspectiva del porqué de su postergación, puede empezar a hacer algo para eliminar esta zona errónea autodestructiva.
ALGUNAS TÉCNICAS PARA DESHACERNOS DE ESTE COMPORTAMIENTO DE POSTERGACIÓN
• Tome la decisión de vivir cinco minutos a la vez. En lugar de pensar en tareas a largo plazo, piense en el ahora y trate de dedicar un periodo de cinco minutos a hacer lo que desea, rehusándose a dejar para después cualquier cosa que pueda ser causa de satisfacción.
• Siéntase y empiece a hacer algo que ha estado posponiendo, como escribir una carta o leer un libro. Encontrará que gran parte de esa postergación es innecesaria y que es muy probable que encuentre que la labor es agradable, una vez que haya renunciado a la postergación. El solo hecho de empezar le ayudará a eliminar la ansiedad acerca de todo el proyecto.
• Pregúntese a sí mismo. “¿Qué es lo peor que podría sucederme si hiciera lo que trato de posponer?” La respuesta por lo general es tan insignificante que quizá lo sacuda y se decida a entrar en acción. Evalúe su temor, y no tendrá razón alguna para aferrarse a él.
• Concédase una determinada pausa de tiempo (digamos el miércoles, de las 10.00 a las 10.15 p.m.) que dedicará exclusivamente a la tarea que ha estado postergando. Descubrirá que a menudo basta con cinco minutos de esfuerzo concentrado para superar ese periodo crítico de posponerlo todo.
• Piense en sí mismo como en alguien demasiado importante para vivir con la ansiedad de las cosas pendientes de hacer. Así que la próxima vez que se sienta incómodo a causa de la ansiedad de dejar las cosas para después, recuerde que quienes se aman a sí mismos no se lastiman en esa forma.
• Estudie cuidadosamente su momento presente. Decida qué es lo que está evitando en el momento actual y empiece a enfrentarse al temor de vivir en una forma afectiva. La postergación sustituye al ahora con una ansiedad acerca de un acontecimiento futuro. Si ese acontecimiento se convierte en el ahora, por definición desaparecerá la ansiedad.
• Deje de fumar… ¡ahora! Empiece su dieta… ¡en un momento! Renuncie al alcohol… en este mismo segundo. Practique un ejercicio gimnástico. Como el inicio de su proyecto para ejercitarse. Esa es la forma de enfrentarse a los problemas… ¡mediante una acción ahora! ¡Hágalo! Lo único que lo detiene es usted mismo, además de las elecciones neuróticas que ha hecho porque no cree ser tan fuerte como es en realidad. Qué sencillo… ¡simplemente hágalo!.
• Empiece a emplear su mente en una forma creativa en aquello que previamente eran circunstancias tediosas. Durante una reunión, cambie ese ritmo monótono con una pregunta pertinente o permita que su mente se dedique a algo emocionante como escribir un poema o memorizar veinticinco números contando hacia atrás, aún cuando sólo sea por el placer de entrenar su memoria. Decida que jamás volverá a sentirse aburrido.
• Cuando alguien empiece a criticarlo, hágale esta pregunta, “¿Cree qué tengo necesidad de un crítico ahora?” O bien, cuando se descubra criticando a otra persona, pregúntele si quiere escuchar sus críticas y de ser así ¿por qué razón? Esto lo ayudará a avanzar de la columna de críticos a la de hacedores.
• Estudie a fondo su vida. ¿Está haciendo lo que escogería hacer si supiese que sólo le quedaban seis meses de vida? De no ser así, ¿Vale más que empiece a hacerlo ahora porque, relativamente hablando, es todo el tiempo que tiene. Dada la eternidad del tiempo, treinta años o seis meses no significan diferencia alguna. Su lapso total de vida es una simple partícula. No tiene ningún sentido retrasar cualquier cosa.
• Muéstreme valeroso cuando se trate de emprender una actividad que ha estado evitando. Un acto de valor puede eliminar todo ese temor. Deje de decirse a sí mismo que debe desempeñarse bien. Recuerde que es más importante hacer las cosas.
• Decídase a no sentirse fatigado sino hasta el momento antes de retirarse a dormir. No se permita emplear la excusa de la fatiga o de la enfermedad como un escape, o para dejar las cosas para después. Quizá descubra que cuando elimina la razón de la enfermedad o el cansancio, es decir, el evitar alguna tarea, los problemas físicos desaparecerán “por arte de magia”.
• Elimine de su vocabulario las palabras “espero”, “desearía” o “quizá”.
Son los instrumentos para postergar las cosas. Si ve que esas palabras empiezan a deslizarse furtivamente, conviértalas en frases nuevas. Cambie de
“Espero que las cosas resulten” a “Haré que resulten”.
“Desearía que las cosas mejoraran” a “Haré lo siguiente para estar seguro de que me sentiré mejor”.
“Quizá todo resulte bien” a “Haré que todo resulte bien”.
• Lleve un diario de sus propias quejas o de su comportamiento crítico.
Al poner por escrito todas esas acciones, logrará dos cosas. Verá que su comportamiento crítico sale a la superficie en su vida; su frecuencia, patrones, los acontecimientos y personas relacionadas con su actitud crítica. También dejará de hacer críticas porque será muy doloroso anotarlo en su diario.
• Si está postergando algo que implica a otros (dar cierto paso, un problema sexual, un nuevo empleo), celebre una conferencia con las personas involucradas y pregúnteles sus opiniones. Sea valeroso al hablar de sus propios temores y analice si su postergación se debe a razones que sólo existen en su mente. Al solicitar la ayuda de un confidente que lo ayude con su actitud de postergación, habrá realizado un esfuerzo conjunto. Pronto disipará gran parte de la ansiedad que va unida a la postergación, al compartir también dicha ansiedad.
• Haga un contrato con sus seres queridos, mediante el cual usted hará las cosas buenas que desean, pero que quizá ha estado posponiendo. Haga que cada participante guarde una copia del contrato y establezcan penalidades cuando falle. Ya sea que se trate de un partir de fútbol o beisbol, de una salida a cenar, de unas vacaciones o una función de teatro, encontrarán que esta estrategia es sumamente útil y satisfactoria para usted en lo personal, puesto que tomará parte en acontecimientos que también serán placenteros para usted mismo.
• Si quiere que el mundo cambie, no se queje de él. Haga algo al respecto.
En vez de consumir sus momentos presentes con toda clase de ansiedades que lo inmovilizan, y que se deben a todo lo que está dejando para después, ¡hágase cargo de esa molesta zona errónea y viva el ahora! Sea un hacedor, no alguien que vive deseando, esperando o criticando.
Usted posee tanto de este valioso bien
como la persona más acaudalada del mundo y,
no obstante, quizá no comprenda lo rico que es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario