Tome asiento y relajese. Esta a punto de aprender, en una forma única, el método mas efectivo que jamás se haya ideado para acumular riquezas. Sin embargo, tenga a la mano una pluma o un lápiz, porque hay muchas cosas que deseara recordar de su entrevista con The Richest Man in Babylon (El hombre mas rico de Babilonia).
Durante muchos años, George S Clason fue el creador de cuentos cortos a los cuales llamaba las “parábolas de Babilonia”. En ellos describia los secretos del éxito de los antiguos y la forma en que manejaban sus finanzas. Al principio, esas historias se imprimían en pequeños folletos que los bancos, las compañías de seguros y los corredores de bolsa distribuían gratuitamente entre su clientela.
Posteriormente alcanzaron tal popularidad que el señor Clason publico una colección de sus artículos favoritos en un libro titulado The Richest Man in Babylon, en honor de su parábola mas famosa. Ese libro ha sido aclamado como una de las obras mas inspiradoras sobre el tema del ahorro y el planeamiento financiero.
La premisa del señor Clason era que hoy dia el dinero esta gobernado por las mismas leyes que lo controlaban cuando los individuos prosperos atestaban las calles de Babilonia, hace seis mil años. “Babilonia”, pretende él, “ se convirtió en en la ciudad mas opulenta del antiguo mundo, porque sus ciudadanos eran las personas mas acaudaladas de su época. Apreciaban el valor del dinero; practicaban unos principios financieros muy sólidos en la adquisición del dinero. En su ahorro y en hacer que su dinero ganara mas dinero. Se encargaban de obtener para si mismo lo que todos deseamos….. ingreso para el futuro”.
Esta lección es el texto completo de la historia mas famosa del señor Clason, The Richest Man in Babylon. Puede indicarle una forma de vida que quizá pudo parecerle fuera de su alcance.
En la antigua Babilonia vivía en otros tiempos un hombre muy acaudalado, llamado Arkad, conocido por doquiera por sus grandes riquezas y también famoso por su liberalidad. Se mostraba muy generoso en sus caridades y también era generoso con su familia y liberal en sus propios gastos. Pero no obstante, cada año sus riquezas se incrementaban con mayor rapidez de lo que gastaba.
Un dia, algunos amigos de su época mas joven llegaron a visitarlo y comentaron:
“Arkad, tu has sido mas afortunado que nosotros. Te has convertido en el hombre mas opulento de toda Babilonia, en tanto que nosotros seguimos luchando por la existencia. Tú puedes ataviarte con las prendas mas delicadas y disfrutar de los platillos mas exóticos, mientras que nosotros debemos contentarnos si podemos vestir a nuestras familias con ropas presentables y alimentarlas lo mejor que podemos.
“Si antaño todos eramos iguales. Estudiamos bajo la guía del mismo maestro y jugamos los mismos juegos y ni en los estudios ni en los juegos nos opacaste jamás. Y durante todos los años que han transcurrido desde entonces, no has sido un ciudadano más honorable que cualquiera de nosotros.
“Si antaño todos eramos iguales. Estudiamos bajo la guía del mismo maestro y jugamos los mismos juegos y ni en los estudios ni en los juegos nos opacaste jamás. Y durante todos los años que han transcurrido desde entonces, no has sido un ciudadano mas honorable que cualquiera de nosotros.
“Y tampoco has trabajado mas arduamente o con mas fe, por lo menos hasta donde podemos juzgar. Entonces, ¿Por qué el veleidoso destino te ha señalado para disfrutar de todas cosas buenas de la vida y se ha olvidado de nosotros, que somos igualmente merecedores de ello?”
Ante esas palabras, Arkad los reconvino, diciendo:
“ Si ustedes no han logrado mas que llevar una existencia penosa en todos estos años transcurridos desde nuestra juventud, eso se debe a que, o bien han fracasado en aprender las leyes que gobierna el desarrollo de la riqueza o, de lo contrario, no han sabido observarlas.
“El ‘veleidoso destino’ es un dios perverso que no le brinda a nadie ningún bien permanente. Por el contrario, es causa de la ruina de casi todos los hombres sobre quienes derrama oro que no han ganado. Los convierte en dilapidadores desenfrenados, que muy pronto despilfarran todo lo que reciben y se ven perseguidos por apetitos y deseos abrumadores y desordenados sin que tengan la habilidad de satisfacerlos. Y mas aun, nosotros a quienes favorece se convierten en avaros que atesoran sus riquezas, temiendo gastar lo que poseen, pues saben que no tienen la habilidad de reemplazarlo. Y además se ven acosados por el temor a los ladrones y se condenan a llevar una vida vacia y de secreta miseria.
“Probablemente hay otros que pretenden apoderarse del oro que no han ganado y seguirlo acumulando al mismo tiempo que continúan viviendo como ciudadanos felices y satisfechos. Pero son tan pocos que yo solo los conozco de oídas. Piensen en todos esos hombres que han heredado una riqueza repentina y vean si no es verdad lo que les digo”.
Sus amigos reconocieron que sus palabras eran ciertas en el caso de algunos hombres que conocían y que habían heredado grandes riquezas y le suplicaron que les explicara cómo había llegado a ser el poseedor de tan extensas propiedades, asi que continuó:
“Durante mi juventud mire a mi alrededor y pude ver todas las cosas buenas que había y que podrían ofrecerme felicidad y satisfacción. Y comprendí que la riqueza incrementaba la potencia de todas esas cosas.
“La riqueza es un poder. Con la riqueza, muchas cosas son posibles.
• “Es posible adornar el hogar con el inmobiliario mas suntuoso
• “Es posible navegar por los mares remotos
• “Es posible deleitarnos con los manjares mas delicados de lejanas tierras.
• “Es posible adquirir los ornamentos que labran quienes trabajan el oro y quienes pulen las piedras preciosas.
• “Incluso es posible construir magníficos templos para honrar a los dioses.
• “Es posible hacer todas esas cosas y muchas mas en las que se encuentra el deleite para los sentidos y la satisfacción para el alma.
“Y cuando comprendí todo esto, me declare a mi mismo que reclamaría mi parte de las cosas buenas de la vida. No sería uno de esos seres que se mantienen alejados, mirando con envidia mientras los demás disfrutan. No me contetaria con vestir las ropas mas económicas que se vieran respetables. No me contentaría con la suerte del hombre pobre; por el contrario me convertiría en un invitado a ese banquete de cosas buenas.
“Puesto que. Como ustedes saben, fui hijo de un humilde mercader, miembro de una familia numerosa y sin ninguna esperanza de herencia, y al no estar dotado, como ustedes lo han expresado con tanta franqueza, con poderes supeiores o con una gran sabiduría, decidi que si deseaba lograr que mis deseos se realizaran eso requeriría tiempo y esfuerzo.
“En lo que se refiere al tiempo, todos los hombres lo poseen en abundancia. Ustedes, todos y cada uno, han dejado pasar el tiempo suficiente durante el cual habrían podido enriquecerse. Y a pesar de ello, reconocen que no tienen nada que mostrar exceptuando a sus familias, de las cuales deben sentirse justamente orgullosos.
“En cuanto al estudio, ¿a caso nuestro sabio maestro no nos enseño que el aprendizaje era de dos clases: a la primera corresponden todas las cosas que aprendimos y sabemos, y a la segunda el entrenamiento que nos enseño la forma de averiguar lo que no sabemos?
“Por consiguiente, decidi averiguar cual cual era la forma de acumular riquezas y una vez que lo hiciera, haría que esa fuese mi tarea y la desempeñaría bien. Ya que ¿acaso no es sensato pensar que debemos disfrutar en tanto que habitamos bajo la luz brillante del sol, pues sobre nosotros caerán suficientes pesadumbres una vez que hayamos partido hacia la oscuridad del mundo del espíritu?
“Encontre un empleo como escribano en la sala de registros y todos los días trabajaba durante largas horas grabando las tablillas de arcila. Una semana tras otra, un mes tras otro trabaje arduamente y sin embargo, todavía no tenia nada que me quedara de lo que ganaba. El alimento y la ropa y las penitencias ofrecidas a los dioses, además de otras cosas que no puedo recordar ahora, absorbían todas mis ganancias. Pero mi determinación no me abandonaba ni por un momento.
“Un dia Algamish, el prestamista, llego a la casa del amo de la ciudad y ordeno que le hicieran una copia de la Novena ley y se dirigió a mi en los siguientes términos: ‘debo tener esa copia dentro de dos días y si para entonces la tarea esta terminada, te dare dos monedas de cobre’.
Asi que trabaje arduamente, pero la ley era muy larga y cuando Algamish regreso, la tarea estaba inconclusa. Se enojo mucho y de haber sido su esclavo, me habría mandado azotar. Pero como yo sabia que el amo de la ciudad no le permitiría lastimarme, no experimente temor alguno, asi que le dije: ´Algamish, eres un hombre muy acautelado. Si me dices como puedo llegar a ser rico, grabare toda la noche en la arcilla y cuando el sol se levante, la tarea estará terminada’.
“Sonriendo, me replico, ‘Eres bribón astuto, pero trato hecho’
“Toda esa noche talle la arcilla, a pesar de que la espalda me dolía y olor que despedía el pabilo me causo un terrible dolor de cabeza y mis ojos apenas podían ver. Pero cuando regreso a la hora de la salida del sol, las tablillas estaban terminadas.
“Ahora bien”, le dije, ‘revélame lo prometido’
“Has cumplido con tu parte de nuestro trato, hijo mío’, me respondió con afabilidad, ‘y estoy dispuesto a cumplir con mi parte. Te hablare de todas esas cosas que quieres saber, porque empiezo a envejecer y a los viejos nos agrada soltar la lengua. Y cuando la juventud acude a la ancianidad en busca de un consejo, recibe la sabiduría de los años. Pero con demasiada frecuencia, la juventud piensa que la ancianidad sólo conoce la sabiduría de los días que ya se han ido y que por consiguiente no puede aprovecharla. Pero recuerda esto, el sol que brilla el dia de hoy es el sol que brillaba el día que nació tu padre y que seguirá brillando cuando el último de tus nietos se traslade hacia la oscuridad.
“Y siguió diciendo, ‘los pensamientos de la juventud son como luces brillantes que resplandecen muy lejos, igual que los meteoros que a menudo hacen refulgir el cielo, pero la sabiduría de la ancianidad es como las estrellas estables que brillan tan inalteradas que el marino puede depender de ellas para fijar su curso.
“Grábate muy bien mis palabras, ya que si no lo haces no lograras captar la verdad de lo que voy a decirte y pensaras que tu trabajo toda la noche ha sido en vano’
“Entonces me lanzo una mirada astuta por debajo de sus hirsutas cejas y me dijo en un tono de voz bajo y enérgico: ‘Descubrí el camino hacia la riqueza cuando decidí que una parte de todo lo que ganaba era mio para guardar. Y lo mismo haras tú’
“Después siguió contemplándome con una mirada que yo sentía que me atravesaba, pero no pronuncio una palabra más.
“¿Eso es todo? Pregunté
“ Eso basto para convertir el corazón de un pastor en el de un prestamista’ replico
“Pero, todo lo que gano es mio para guardar, ¿no es verdad?, pregunte.
“Lejos de ello’ replico. ¿A caso no tienes que pagarle al fabricante de ropa? ¿No tienes que pagarle al fabricante de sandalias? ¿Y no tienes que pagar por lo que comes? ¿Puedes vivir en Babilonia sin gastar dinero? ¿Qué tienes que enseñar por tus ganancias del mes pasado? ¿Y que por las del año pasado? ¡Necio! Les pagas a todos menos a ti mismo. Estúpido, trabajas únicamente para los demás. Mas te valiera ser un esclavo y trabajar por lo que tu amo te entrega para comer y vestir. Si hubieses guardado para ti una decima parte de todo lo que ganas, ¿Cuánto tendrías ya después de diez años?
“Mi conocimiento de los números no me traiciono y respondí, “tanto como lo que gano en un año”
“Lo que dices no es sino la verdad a medias’, replico. ‘ Cada moneda de oro que ahorres es un esclavo que trabajara para ti. Cada moneda de cobre que gane ese oro será un hijo que también puede producirte una ganancia. Si llegas a convertirte en un hombre acaudalado, entonces lo que ahorres deberá producirte algo a sus hijos también te producirán y todo eso te ayudara para que disfrutes de la abundancia que anhelas.
“ Crees que te he defraudado por tu larga noche de trabajo’ continuo ‘ pero te estoy pagando mil veces más si tienes la inteligencia suficiente para comprender la verdad de lo que te ofrezco.
“Una parte de todo lo que ganas te pertenece para guardar y no debe ser menos de una decima parte, sin importar lo poco que ganes. Puede ser tanto como puedas permitirme, pero primero págate a ti mismo. No le compres al fabricante de ropa ni al fabricante de sandalias una cantidad mayor de la que puedas pagar del resto para que todavía te quede lo suficiente para alimentos, caridades y penitencias ofrecidas a los dioses.
“La riqueza, lo mismo que un árbol, crece a partir de una pequeña semilla. La primera moneda de cobre que ahorres será la semilla de la cual brotara tu árbol de las riquezas. Mientras más pronto siembres esa semilla más pronto crecerá el árbol y mientras más fielmente alimentes y riegues ese árbol, con tus constantes ahorros, mas pronto podrás disfrutar satisfecho debajo de su sombra’.
“Y al decir eso, tomo sus tablillas y se alejo.
"Reflexioné mucho en todo lo que me había dicho y todo me pareció razo¬nable, de manera que decidí que lo intentaría. Cada vez que me pagaban, aparta¬ba una de cada diez monedas de cobre y la guardaba y por muy extraño que esto pueda parecer, no me encontraba más corto de fondos que antes. Observé una mínima diferencia a medida que me las arreglaba para prescindir de esa moneda. Pero a medida que mi tesoro iba creciendo, con frecuencia me sentía tentado a gastarlo en algunas de las cosas buenas que exhibían los comerciantes, traídas por los camellos y las naves desde las, tierras de los fenicios. Pero sabiamente me abstuve de hacerlo.
"Doce meses después de su partida, Algamish regresó y me interrogó, 'Hijo mío, ¿te has pagado no menos de la décima parte de todo lo que ganaste durante el pasado año?'
"Yo le respondí orgulloso, 'Sí, amo, así lo he hecho'.
'Eso es bueno', respondió rebosando de alegría, 'pero ¿qué has hecho con ello?'
'Se lo entregué a Azmur, el ladrillero, quien me informó que viajaría por los mares remotos hasta llegar a Tiro y allí compraría con mi dinero las exóti¬cas joyas de los fenicios. A su regreso, venderemos esas joyas a un precio mas elevado y nos dividiremos las ganancias'.
'Todos los tontos deben aprender', rezongó, 'pero ¿por qué confiar en el conocimiento que pueda tener de joyas un ladrillero? ¿Acaso irías a visitar al panadero para preguntarle sobre las estrellas? ¡No, por mi túnica! Te dirigirías al astrólogo, si es que tienes el poder de pensar. Tus ahorros han desaparecido, joven; has arrancado el árbol de tus riquezas desde las raíces. Pero planta otro, vuelve a intentarlo. Y la próxima vez que quieras saber algo sobre joyas, busca al comerciante en joyas. Si quieres saber la verdad acerca de las ovejas, consul-ta al pastor. El consejo es una de las cosas que se ofrecen gratuitamente, pero encárgate de aceptar sólo aquello que vale la pena. Quien acepta un consejo para invertir sus ahorros de labios de alguien que no tiene experiencia alguna en tales asuntos pagará con sus ahorros al quedar demostrada la falsedad de esas opinio¬nes'. Y al decir esto, se alejó.
"Y todo sucedió tal y como él lo había previsto, ya que los fenicios son unos truhanes y le vendieron a Azmur unos trozos de vidrio que parecían gemas. Pero, como me aconsejó Algamish, de nuevo volví a guardar una moneda de cobre de cada diez, ya que para entonces había desarrollado ese hábito y no me era difícil hacerlo.
"Nuevamente, Algamish regresó doce meses después a la sala de los escriba¬nos y se dirigió a mí.
" ' ¿Qué progresos has hecho desde la última vez que te vi?'
" 'Me he pagado fielmente', repliqué, 'y confié mis ahorros a Agger, el fa-bricante de escudos, para que comprara bronce y cada cuarto mes me paga mis intereses'.
" 'Eso está muy bien, pero ¿qué has hecho con los intereses?'
"' 'Celebro un gran festín, con miel, buen vino y pastel de especias. También me he comprado una túnica escarlata y algún día podré comprarme un borrico joven para montarlo'.
"Al escuchar eso, Algamish rió.
" 'Te has comido a los hijos de tus ahorros. Entonces, ¿cómo esperas que trabajen para ti? ¿Y cómo pueden tener hijos que a su vez trabajen para ti? Pri-mero debes conseguir un ejército de esclavos y entonces podrás disfrutar de in-contables festines, sin tener que arrepentirte de ello'. Y después de pronunciar estas palabras, se alejó.
"No volví a verlo sino hasta después de transcurridos dos años, cuando una vez más regresó con el rostro surcado de profundas líneas y los párpados caídos, pues empezaba a convertirse en un hombre muy anciano. Y me dijo:
" 'Arkad, ¿todavía no has alcanzado la riqueza con la cual soñabas?'
"A lo cual respondí: Aún no poseo todo lo que deseo, pero tengo algo y eso gana réditos, que a su vez ganan más'.
'¿Y todavía sigues los consejos de los ladrilleros?'
'Me ofrecen buenos consejos en lo que respecta a la fabricación de ladri-llos', repliqué.
' 'Arkad', continuó, 'has aprendido muy bien la lección. Primero aprendiste a vivir con menos de lo que podías ganar. Después aprendiste a pedir consejo a quienes son competentes para darlo, gracias a sus propias experiencias. Y por úl¬timo, has aprendido a hacer que el oro trabaje para ti'.
'Tú mismo te has enseñado la forma de adquirir el dinero, de conservarlo y de emplearlo bien. Por consiguiente, ahora ya eres un hombre competente y puedes ocupar un puesto de responsabilidad. Estoy envejeciendo y mis hijos sólo piensan en gastar, sin preocuparse por ganar dinero. Mis intereses son muy vastos y mucho me temo que para mí será difícil vigilarlos. Si aceptas ir a Nippur para ocuparte de las tierras que poseo en ese lugar, te haré mi socio y tendrás una par¬te de mis posesiones'.
"Así que me dirigí a Nippur para encargarme de sus posesiones, que eran muy vastas. Y porque me sentía lleno de ambiciones y puesto que había llegado a dominar las tres leyes para controlar con éxito la riqueza, tuve la oportunidad ; de incrementar grandemente el valor de sus propiedades, así que prosperé mucho; Y cuando el espíritu de Algarnish partió hacia la esfera de oscuridad, heredé una parte de sus posesiones, tal y como él lo dispuso de acuerdo con la ley".
Así habló Arkad y cuando terminó su narración, uno de sus amigos declaró:
"Ciertamente fuiste muy afortunado porque Algamish te nombró heredero de una parte de sus bienes".
"Fui afortunado únicamente porque tuve el deseo de prosperar desde mu¬cho tiempo antes de conocerlo. ¿Acaso durante cuatro años no mostré lo defini¬do de mi propósito, al guardar la décima parte de todo lo que ganaba? ¿Llamarían afortunado a un pescador que durante años ha estudiado los hábitos de los peces, de tal manera que cada vez que cambia el viento puede arrojar sus redes cerca de ellos? La oportunidad es una diosa altanera que no pierde su tiempo con aquellos que no se han preparado".
"Hiciste gala de una gran fuerza de voluntad al seguir adelante después de perder los ahorros de tu primer año y en esto eres una persona extraordinaria", habló otro.
" ¡Fuerza de voluntad!", replicó Arkad. "Qué disparate. ¿Creen que la fuer¬za de voluntad le otorga a un hombre la fortaleza suficiente para llevar sobre los hombros un peso que el camello no puede llevar, o de arrastrar una carga que el buey no puede mover? La fuerza de voluntad no es otra cosa que el indomable propósito de llevar a cabo una tarea que se ha fijado, hasta terminarla. Si me pro-pongo desempeñar una tarea, por muy insignificante que sea, lo haré hasta el fin. ¿De qué otra manera podría tener confianza en mí mismo cuando se trata de hacer cosas importantes? Si llegara a decirme a mí mismo, 'Durante cien días, cuando cruce el puente que lleva a la ciudad, tomaré un guijarro del camino y lo arrojaré hacia la corriente', así lo haría. Si el séptimo día llegase a cruzar sin acordarme de hacerlo, no me diré, 'Mañana arrojaré dos guijarros en vez de uno, y será lo mismo'. En vez de ello, volvería sobre mis pasos y arrojaría el guijarro. Y el veinteavo día tampoco me diría a mí mismo, 'Arkad, todo esto es en vano. ¿En qué te beneficia el hecho de arrojar un guijarro cada día? Arroja un puñado de una vez y habrás terminado'. No, no diría ni haría eso; cuando me fijo una tarea, debo llevarla a su término, de manera que tengo buen cuidado de no ini¬ciar tareas difíciles e imprácticas, porque me agradan mucho mis ratos de ocio". Y entonces otro amigo habló, manifestando:
"Si lo que dices es verdad y según parece también suena como algo razona-ble y por consiguiente sencillo, entonces, si todos los hombres hicieran lo mismo, no habría suficientes riquezas para repartirlas".
"La riqueza crece dondequiera que el hombre ejerce su energía", respondió Arkad. "Si un hombre rico manda construir un nuevo palacio, ¿acaso ha desa-parecido el oro que pagó por él? No, el ladrillero tiene una parte de ese oro y el trabajador tiene una parte y el artista tiene parte de él y todos los que trabajaron en la construcción del palacio tienen una parte. Y además, una vez que el palacio ha quedado terminado, ¿acaso no vale todo lo que costó? Y el terreno sobre el cual se levanta, ¿no vale más porque el palacio está allí? Y el terreno contiguo, ¿no vale más porque el palacio está allí? La riqueza crece en forma mágica y no hay hombre alguno capaz de profetizar sus límites. ¿Acaso los fenicios no construyeron grandes ciudades a lo largo de desoladas costas, gracias a las rique¬zas originadas por sus naves que se dedican al comercio por todos los mares?' "Entonces, ¿qué nos aconsejas para que también podamos convertirnos en hombres acaudalados?", preguntó otro más de sus amigos. "Los años han pasado y ya no somos jóvenes y no tenemos nada ahorrado".
"Les aconsejo que acepten la sabiduría de Algamish y se digan a sí mismos. 'Una parte de todo lo que gano me pertenece para guardar'. Pronuncien esas pa¬labras por la mañana al levantarse, díganlas al mediodía, repítanlas por la noche Díganlas cada hora de cada día. Repítanlas para sí mismos hasta que las palabras destaquen como letras de fuego a través del firmamento.
"Grábense esa idea, satúrense de ese pensamiento y después tomen cualquier parte que les parezca prudente, pero no permitan que sea menos de la décima par¬te y duárdenla. Disminuyan sus otros gastos si es necesario para que puedan ha¬cerlo, pero antes que nada ahorren esa parte. Muy pronto se darán cuenta del sentimiento tan agradable que se experimenta al poseer un tesoro que sólo uste¬des pueden reclamar. A medida que va en aumento, eso los estimulará y se estre¬mecerá con una nueva alegría de vivir. Adquirirá más fuerza que les ayudará a ganar más, ya que de sus ganancias en aumento, ¿acaso no será también suyo pa¬ra siempre el mismo porcentaje?
"Después aprendan a hacer que su tesoro trabaje para ustedes. Conviértanlo en su esclavo y hagan que sus hijos y los hijos de sus hijos también trabajen para ustedes.
"Aseguren un ingreso para su futuro. Contémplense en los ancianos y no se olviden de que en los días por venir ustedes también se contarán entre ellos. Por consiguiente, inviertan su tesoro con la mayor precaución, a fin de que no se pierda. Los intereses de usura son sirenas engañosas que sólo cantan para atraer a los incautos hacia las rocas de la pérdida y el remordimiento.
"Prevean también que a su familia no le falte nada si acaso los dioses los lla-man a ustedes a su reino. Siempre es posible hacer provisiones para tal protec-ción mediante pequeños pagos a intervalos regulares. Por consiguiente, el hombre precavido no se demora con la esperanza de disponer de una gran suma para este propósito tan prudente.
"Pidan consejo a los hombres sabios; busquen el consejo de hombres cuyo trabajo cotidiano es el manejo de dinero. Dejen que ellos les impidan cometer el mismo error que yo cometí cuando confié mi dinero al juicio de Azmur, el ladrillero. Una utilidad más reducida y sin riesgos es más deseable que el riesgo.
"Disfruten de la vida mientras están aquí. No se agobien en exceso ni traten de ahorrar demasiado. Si todo lo que pueden guardar cómodamente es una dé-cima parte de lo que ganan, conténtense con esa parte. Por lo demás, vivan de acuerdo con sus ingresos y no se vuelvan tacaños ni teman gastar su dinero. La vida es buena y la vida es valiosa con tantas cosas que valen la pena y tantas co¬sas que se pueden disfrutar".
Sus amigos le dieron las gracias y se alejaron. Algunos guardaron silencio, porque no tenían imaginación y fueron incapaces de comprender. Algunos se mostraron sarcásticos, porque pensaban que alguien tan rico debería dividir sus riquezas y compartirlas con los viejos amigos, que no eran tan afortunados. Pero algunos más tenían una nueva luz en la mirada. Comprendieron que Algamish había regresado cada una de esas veces a la sala de los escribanos porque obser¬vaba a un hombre que se abría camino desde la oscuridad hasta la luz. Cuando ese hombre encontró la luz, había un lugar que lo esperaba. Nadie podía ocupar ese lugar hasta que él mismo se abrió camino hasta su propia comprensión, hasta que estuvo preparado para la oportunidad.
Estos últimos fueron los amigos que durante los años siguientes visitaron con frecuencia a Arkad, quien los recibía gustoso. Los aconsejaba, haciéndolos Partícipes de su sabiduría en una forma gratuita, como siempre se complacen en hacerlo los hombres que poseen una vasta experiencia. Y los ayudó a invertir sus ahorros de tal manera que les produjeran un buen interés, sin riesgo alguno, y no se perdieran ni se embrollaran en inversiones que no pagaban ningún dividen¬do.
El punto decisivo en la vida de esos hombres llegó el día en que comprendie-ron la verdad que pasó de labios de Algamish a Arkad y que Arkad les transmitió:
“UNA PARTE DE TODO LO QUE GANAN LES PERTENECE PARA GUARDAR.”
Tres breves reglas que pueden ayudarlo a convertirse en un ser tan admirable como quiera serlo.
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