domingo, 6 de junio de 2010

CÒMO PROGRAMARSE PARA EL ÉXITO


Deténgase en cualquier esquina bulliciosa del centro de la ciudad y pase diez minutos observando a la humanidad que transita ante usted. ¿Cuántas personas, de cada cien, pensaría usted que tienen una meta especifica en su vida, que persiguen con todo vigor?
Si fuese aficionado a las apuestas ¡probablemente arriesgaría grandes sumas de dinero apostando a que ninguna, entre cualquier ciento que pasara, tenía alguna meta que se extendiera más allá de ese día en particular!
El hecho de fijar metas, según le dirían esos individuos si usted tuviera el valor de preguntarles, es “algo que hacen los ‘jefes de las compañías’ cuando planean el presupuesto para el próximo año”. Fijar metas es lo que con frecuencia hacen los entrenadores de los equipos de futbol y béisbol. Fijar metas es eso de lo que a menudo hablan los presidentes y los gobernantes y quienes se dedican a recolectar fondos, puesto que están involucrados en grandes operaciones. Pero ¿Cómo podemos pensar en fijarnos metas para nosotros mismos, cuando los cheques de nuestro salario ni siquiera bastan para cubrir nuestras deudas y gastos?
Quizá esos cheques no sean suficientemente grandes para pagar las cuentas y tal vez nunca lo sean, ¡porque esas personas no tienen ninguna meta, ningún plan concreto para mejorar su vida, ninguna idea de cómo incrementar sus ingresos, mejorar sus talentos, ampliar sus conocimientos o aumentar su valor para la sociedad! ¡Lamentablemente, la mayoría de esas personas se parece al capitán de un buque que no se dirige a ninguna parte!
El doctor Fitzhugh Dodson alcanzó renombre internacional a través de sus dos libros clásicos sobre la educación de los hijos, How to parent y How to Father. A diferencia de muchos sistemas para la determinación de metas, que pueden resultar complicados, él, de su libro The You That Could Be, compartirá con usted un sencillo plan lleno de sentido común para el logro, que puede ayudarlo a planear la vida que merece…
Quiero hablarle de sus metas y planes y de la forma en que usted mismo puede programarse para el éxito. Su Yo potencial medra gracias a algunas metas bien planeadas que reflejan lo que para usted es importante.
Una meta es un objetivo que desea lograr. Un plan es una forma específica para alcanzar esa meta. Tanto las metas como los planes son ideas que hay en su mente.
Mire a su alrededor. Todo lo que ve en el mundo que lo rodea (a menos de que forme parte de la naturaleza) se inició con una idea en la mente de alguien. El traje o el vestido que lleva puesto; el automóvil que conduce; la música que escucha.
Las palabras que están leyendo se iniciaron como una idea en mi mente. Después la idea se convirtió en una meta y establecí un plan para llegar a ella. La máquina de escribir que usé para escribirlas fue originalmente la idea de un caballero inglés del siglo XVIII, llamado Henry Mills. Desde entonces, una serie de personas la han desarrollado y perfeccionado y para cada una de ellas representa el logro de una meta. Todas las prendas de vestir que usa, todo lo que hay en su casa o departamento, incluso el edificio mismo, todo ello tuvo que pensarse antes de que pudiera existir. Y después, el diseño, la manufactura y la venta de todos esos artículos se convirtieron en metas para alguien más. Incluso el cepillo de dientes que usa se inició como una idea, con un plan específico para ponerla en práctica.
Todos los objetivos tangibles se iniciaron como metas, planes o ideas en la mente de las personas. Este es un concepto revolucionario, una vez que en verdad se le permite que se apodere de uno, ya que nos hace ver con toda claridad la importancia del mundo del pensamiento. Desafortunadamente, en la actualidad muchas personas tienden a menospreciar la importancia del mundo del pensamiento. Cuando decimos que una persona es intelectual, no siempre lo decimos como un cumplido. Respetamos a quienes se caracterizan por ser “hacedores”, olvidándonos de que cada “hacedor” primero es un pensador. El considerar todo esto en una forma incompleta, nos impide ver con claridad que el mundo cambia a causa de las metas y planes concebidos en la mente de hombres y mujeres.
Es realmente increíble darnos cuenta de que nuestro sistema escolar constantemente descuida enseñar a los alumnos la forma de establecer sus propias metas y formar planes realistas para lograrlas. ¿Alguna vez oyó usted hablar de un curso como éste en la secundaria? ¿En la universidad? Yo nunca escuché hablar de algo así.
Con frecuencia, nuestras escuelas incluso se olvidan de atraer nuestra atención hacia la existencia de tales actividades vitales. El pensamiento de fijarse metas y hacer planes simplemente “escapa de la mente” de muchas personas. Y sin embargo, muy pocas cosas son más importantes para la persona que desea alcanzar el éxito en todos los terrenos de la vida, que aprender la forma de hacerlo. Esta idea en realidad debería existir como una forma de vida, transmitiéndose de padres a hijos.
Ha veces hablo con las personas de metas y planes y les pregunto qué les trae eso a la mente. La mayoría responde “Oh, el éxito en el mundo de los negocios, en las ciencias o en algo por el estilo”. Por lo común, nunca hacen referencia al mundo personal, no profesional, por ejemplo, al mundo de su matrimonio.
Recuerdo a Arthur, un ex paciente mío, un hombre de cuarenta y tres años de edad y dueño de su propio negocio, que fue a consultarme debido a los crecientes “ataques de nervios”, como él los llamaba, quien padecía en su trabajo. Recién había inaugurado su segundo almacén de ropa para caballero. El negocio prosperaba en el aspecto financiero, pero sus problemas con el gerente del recién inaugurado establecimiento iban en aumento. Ese gerente siempre fue un empleado de lo más satisfactorio, hasta que asumió su nuevo puesto. Ahora, de pronto quería cambiar muchos de los conceptos que en primer lugar le habían acarreado el éxito a Arthur. Puesto que siempre se había enorgullecido, de su buen juicio en los negocios, ahora Arthur empezaba a perder la confianza en sí mismo. ¿Acaso estaba quedándose a la zaga? A los cuarenta y tres años ¿estaba a punto de convertirse en un vejestorio de costumbres conservadoras?
Mientras discutía sus problemas de negocios, Arthur no dejaba de mencionar a Marie, su esposa. Estaban casados desde hacía veinte años y tenían dos hijos adolescentes. A menudo comentaba lo mucho que su esposa lo había apoyado y ayudado durante los primeros años, cuando luchaba tratando de establecer su negocio. A pesar de que no había ido a consultarme buscando un consejo matrimonial, empezamos a discutir su relación con Marie. Le señalé que esa proximidad que había disfrutado durante los primeros tiempos de su matrimonio parecía remplazada por una tediosa monotonía. Le sugerí que también deberíamos establecer algunas metas y planes para su matrimonio, a lo cual él respondió. “¡Me sorprende, doctor! Jamás pensé en fijarle metas a mi matrimonio, como acostumbro hacerlo en mi negocio”. Mencionó con cierta timidez, según sus propias palabras, que antes de casarse era muy “romántico” con su esposa pero que habían pasados años sin que hicieran algo espontáneo o romántico.
Después de considerables discusiones, decidimos empezar con unos cuantos planes muy sencillos para llevar a cabo sus recién descubiertas metas de volver a poner algo de romance en su matrimonio. Le sugerí que empezara con los planes más fáciles de lograr y entonces decidió comprar una buena dotación de tarjetas con un “mensaje de amor” para enviárselas por correo a su esposa de vez en cuando. Me contó que cumplidamente acostumbraban celebrar su aniversario de bodas el dieciséis de junio de cada año, de manera que como un plan adicional, le sugerí que festejaran su “aniversario” el día dieciséis de cada mes. Por último, también le sugerí que la invitara a cenar fuera con más frecuencia, solos los dos sin sus hijos.
Quizá algunos de ustedes piensen, “Bueno, en esos planes hay muy poca espontaneidad. ¿No son la clase de cosas en las que él debería pensar por sí mismo?” por supuesto que lo son. Pero la respuesta es que si yo hubiese dejado todo en sus manos ¡quizá jamás habría pensado en ello en una forma espontánea! De esta manera, una vez que inició su programa, su esposa se sintió tan complacida que empezó a cocinar los platillos especiales que más le agradaban a él y hacer otras pequeñas cosas, detalles considerados como los que acostumbraba durante los primeros tiempos de su matrimonio. Arthur me comentó feliz: “Hemos empezado a vivir con una especie de entusiasmo del que casi me había olvidado”. Incidentalmente, a medida que comenzó a cambiar su relación matrimonial, también empezó a hacer grandes progresos en sus relaciones de negocios. A menudo la creatividad en un área ayuda en otra.
El hecho de que muchas personas no tengan metas ni planes es muy desafortunado, pero no es nada sorprendente ya que todo ese concepto es un área muy descuidada en nuestra cultura. Lo único que hacen muchas personas es existir de un día a otro, de una semana a otra, de un año a otro. Hay otras que tienen metas pero son tan vagas y pasivas que virtualmente son inservibles. A menudo me refiero a ellas calificándolas de “metas de dinero”. Quieren un nuevo automóvil deportivo, un viaje a Europa o un abrigo de mink. Excelente, ¿Quién no desea todo eso? Pero a fin de lograr tales metas, se necesitan dinero para pagar por ellas. Sobre este punto, lo común la persona se muestra bastante vaga y no cuenta con ningún plan para obtener tal suma de dinero. Hay algunas personas que “en cierto modo” tienen metas, pero todavía están en su mente inconsciente, vagas e indefinidas, esas personas jamás se ha tomado el tiempo para sentarse a reflexionar a fin de precisar los objetivos específicos de su vida.
Y todavía hay otras personas más que tienen metas imposibles de alcanzar. Bruce, otro de mis ex pacientes, tenía la meta de jubilarse a una edad temprana, a los treinta y cinco años. Como fue incapaz de lograrlo, arruinó la celebración de sus cumpleaños número treinta y cinco, habría descubierto que se trataba de un logro vacío. La meta de ese hombre no sólo era poco realista, también era incompleta.
Ahora, quiero enseñarle cómo desarrollar metas que tengan un significado, como definirlas con claridad y cómo crear planes definidos para alcanzarlas. En primer lugar, está su área de trabajo. Quizá en esto tenga en mente incontables metas incluyendo “Metas de dinero”, como viajes, una casa nueva, un automóvil de modelo reciente o una educación universitaria para sus hijos. El sitio en donde hay mejores probabilidades de que alcance estas metas en su sitio de trabajo.
También está el área de su matrimonio. Al fijarse metas en esta área, puede evitar un divorcio en el futuro o profundizar una relación ya satisfactoria.
Está el área de los hijos. Casi todos los padres tienen relativamente pocas metas y planes para sus hijos. Igual que los bomberos, corren por allí apagando incendios cotidianos, y están demasiado ocupados para fijarse metas y planes a largo plazo. Esos padres están desaprovechando muchos aspectos en su relación emocional con sus hijos, al no pensar en la futura relación que ellos puedan seguir.
Si no está usted casado, entonces quizá se preocupe por trazar algunas metas y planes de tal manera que pueda encontrar a alguien con quien contraer matrimonio y disfrutar de una relación feliz y perdurable. Como dijo alguien “la mayoría de la gente dedica más tiempo y mayor cuidado a escoger un automóvil nuevo que a la elección de la persona adecuada con la cual pasara el resto de su vida”.
Por ultimo, queda toda el área de la amistad. Que superficiales son la mayor parte de las relaciones con los “amigos” en la cultura de nuestra época. Quizá también en esto quiera fijarse algunas metas y hacer planes.
¿Por casualidad la mención de estas áreas estimuló algo en su mente? ¿Ya tiene ciertas ideas, o bien, encontró una o dos ideas nuevas? Es obvio que vale la pena dedicar algún tiempo a pensar en ello. Considere todo esto mientras se dedica a las tareas rutinarias cotidianas, piense en su trabajo y en sus recompensas; en la calidad de su vida hogareña, de su matrimonio, de sus relaciones con sus hijos o con sus amigos. Piense en el futuro de sus hijos. Piense en su propia existencia cotidiana. Sea imaginativo a manera que considera estos aspectos de su vida y la forma de cambiarlos y mejorarlos. Permita que su mente creativa actúe en forma un tanto extravagante; piense en ideas de largo alcance. Redescubra sus sueños.
En algún momento durante este proceso, tal vez dentro de unos días o quizá un poco después, estará preparado para un planeamiento específico. Este es el caso más importante, tomar medidas específicas de acuerdo con sus pensamientos.
Trate de disponer de media hora durante la cual esté libre de toda distracción. Emplee ese tiempo para hacer una lista de las metas previas en las que ha pensado, además de las nuevas que puedan venirle a la mente. Incluya las metas más fantásticas que se le puedan ocurrir y en este punto no se preocupe de si sus ideas son realistas o no, simplemente anótelas. Una vez que haya puesto por escrito todas sus metas, repase cuidadosamente la lista y escoja las cinco que sean más importantes para usted. Tal vez descubra que este sea un proceso muy emocionante.
Su siguiente paso será determinar la forma de alcanzar cada una de esas cinco metas. Aquí es donde se extravían casi todos, porque empiezan con un plan que es demasiado ambicioso. Cuando no puede lograrse de inmediato, se desaniman, dándose por vencidos. Esas son las personas que no han aprendido la lección de la máquina de enseñar.
Aun cuando muchos de ustedes han escuchado la frase “máquina de enseñar”, quizá no estén familiarizados con la forma en que funciona o no con los principios psicológicos sobre los cuales se basa. (El “hermano” de la máquina de enseñar, el libro programado, es una máquina de enseñar con formato de libro, que se basa exactamente en los mismos principios) la máquina de enseñar o el libro programado se planean de tal manera que el principiante empieza a responder las preguntas más sencillas. No puede avanzar a la siguiente pregunta hasta que no ha respondido con éxito a la pregunta previa. Por último, al final del programa o del libro, el alumno se encuentra respondiendo a las preguntas más difíciles. La maquina de enseñar o el libro programado están estructurados de tal manera que el alumno tiene éxito desde el principio.
Deje que la máquina de enseñar sea su modelo. Primero anote su meta; su segunda labor será descomponer esa meta en una serie de pasos, empezando por lo que son absurdamente sencillos. Por ejemplo, Max, un ex paciente mío de cuarenta y seis años de edad, en realidad se encontraba físicamente fuera de forma. Una de sus metas era recuperar su buena forma física. Cuando le pregunté cómo planeaba hacerlo, Max nombró un gimnasio, el más costoso del área, y declaró que se inscribiría para el programa completo e ejercicios físicos. Planeaba nadar veinte tramos en la alberca del club cada mañana antes de ir al trabajo y regresar todas las noches para hacer ejercicio en las máquinas. De inmediato comprendí que se trataba de un programa demasiado elaborado, que sólo seguiría unas cuantas semanas, abandonándolo después.
Le sugerí que en vez de ello debíamos recurrir al enfoque de la maquina de enseñar. Le agradó la idea de correr a trote corto, de modo que estuvimos de acuerdo en que debería comenzar por correr a trote corto alrededor de su casa y patio, simplemente tres minutos al día. Quería practicar sentidillas para reforzar los músculos abdominales y decidimos que únicamente haría una al día durante la primera semana. Por supuesto que al empezar con este programa tan sencillo, tuvo éxito. Poco a poco, en el transcurso de un periodo de cinco meses, fue aumentando hasta que llegó a correr media hora y hacer cincuenta sentidillas cada mañana.
Cuando idee un plan paso a paso para alcanzar su meta, cualquiera que sea, piense en mi paciente y en su programa de ejercicio físico. Haga que sus primeros pasos hacia el logro de sus metas sean absurdamente sencillos, de tal manera que esté seguro de tener éxito en ello. Después, incremente gradualmente el ritmo. No se apresure.
Al recordar a Max a su programa de condicionamiento físico, eso me trajo a la mente a Janet, otra ex paciente mía. Durante años y años, Janet había tratado de bajar de peso; debió aumentar, perder y volver a aumentar los mismos tres kilos por lo menos una docena de veces. Lo que en realidad quería hacer era bajar de peso y asegurarse de que no volvería a subir. Cuando discutimos su meta, comprendió que en el pasado bajaba de peso rápidamente gracias a dietas intensivas, pero volvía a recuperarlo con la misma rapidez. Janet había leído mucho acerca del control de peso y comprendía que podría tener una mejor oportunidad de no volver a aumentar de kilos perdidos si bajaba de peso con más lentitud. Después de algunas discusiones, decidió tratar de bajar unos doscientos veinticinco gramos a la semana. Puesto que se necesita una reducción de 3.500 calorías en la dieta normal para bajar alrededor de medio kilo de peso a la semana, Janet necesitaba ingerir únicamente 250 calorías menos cada día a fin de bajar esos doscientos veinticinco gramos a la semana, lo cual no era tarea imposible. Y para facilitarla, ella misma estableció un sistema de recompensas. Ya que en su trabajo le pagaban cada quincena, marcó en su calendario el peso que esperaba tener el día de pago durante los seis meses siguientes. (Es decir, aproximadamente medio kilo menos, de lo que pesaba en un periodo de pago anterior). Si pesaba medio kilo menos, se compraba un regalo poco costoso (¡siempre y cuando no se tratara de alimentos). El hecho es recompensarse a sí misma por el logro de su meta en cada una de las etapas resultó ser un incentivo adicional que necesitaba. Por primera vez en su vida no sólo bajo de peso, sino que no volvió a recuperarlo.
Otro ejemplo explora un área enteramente diferente de las relaciones humanas. Ellen, una de mis pacientes, de treinta y dos años de edad, se sentía abrumada por sentimientos de aislamiento después de su divorcio. Su meta era volver al mundo de las relaciones sociales, pero experimentaba un gran temor de ser rechazada. Le sugerí un plan que debería seguir en varios pasos. En primer lugar, debería hacer una solicitud de membresía en uno de esos clubes de padres sin cónyuge, pero no debería asistir a ninguna de las actividades durante el primer mes. De hecho, le indique que ni siquiera debería leer el boletín mensual en donde aparecen las diversas actividades. El segundo mes debería leer el boletín, pero sin asistir a ninguna actividad. Al tercer mes únicamente participaría en un grupo de discusión. El cuarto mes tendría que asistir dos grupos de discusión. Por ultimo, el quinto mes asistiría a un baile del club. El plan dio resultado. A medida que transcurría cada mes y con cada paso sucesivo, hizo acopio de valor para intentar el siguiente pasó del plan.
Algunos de esos primeros pasos pueden dar la impresión de ser tan lentos que ni siquiera tienen sentido y quizá usted sienta que “no está sucediendo nada”. ¡Está equivocado! Algo está sucediendo, pero no es particularmente obvio. Lo que sucede, es que su Yo potencial se engrana para alcanzar el futuro logro de su meta. A menudo, esa meta es algo que usted ya habría logrado de no haber interferido algún mecanismo de represión en su interior. Además de garantizarse el éxito en cada paso, con un avance lento a principio, estará dejando que su sincero deseo de alcanzar su meta empiece a guiar sus acciones.
Algunas personas, al trabajar en dirección al logro de una meta, se encuentran invadidas por la inercia cuando llega el momento de actuar. Si esto llegara a sucederle, a pesar de los pequeños pasos graduales, entonces ha llegado el momento de reexaminar su meta. Considere cuán importante es en realidad y después descarte esa meta (cambiándola por una más adecuada), o bien, siga los pasos con un sentido renovado del valor que significa alcanzarla.
Una vez que haya elegido sus primeras cinco metas, asegúrese de conceder a su mente inconsciente la oportunidad de ayudarlo a planear los pasos para que funcionen. Si tanto su mente consciente como la inconsciente trabajan en la resolución del problema, estará haciendo el mejor uso posible de sus recursos creativos mentales.
Mi primera sugerencia sobre la mejor forma de lograr la etapa de planeamiento es que escriba, en una forma breve, en tarjetas de siete centímetros por doce, esas cinco metas y los pasos necesarios para alcanzarlas. Pegue una de ellas en el espejo, en donde pueda verla cada día y guarde la segunda en su bolso o bolsillo. En esta forma, pensará diariamente, tanto consciente como inconscientemente, en esas cinco metas y en los pasos a seguir para alcanzarlas. Con ello no trato de decir que deba inquietarse y preocuparse, presionándose para encontrar de inmediato la “forma adecuada” de lograrlas. Simplemente piense en ello en una forma consciente y de vez en cuando mientras se dedica a su rutina cotidiana. Al mismo tiempo, el subconsciente contribuye con su parte en algún momento inesperado, por ejemplo mientras come o cuando juega un partido de tenis. Cuando esto suceda, anote la idea tan pronto como le sea posible.
En general, me refiero a metas prácticas y realizables. Si llegara a elegir una empresa a largo plazo, como obtener un doctorado en medicina, necesitará descomponer esa meta en incontables pasos conducentes a ella.
Por supuesto, es de suma importancia ser realista en lo que se refiere a las metas. Si tiene cincuenta años de edad, no sería muy realista decidir convertirse en un médico; eso podría resultar si tiene veintidós años. En primer lugar, determine si posee el requisito intelectual y la energía emocional para esa labor. Solicite una evaluación profesional antes de comprometerse a alcanzar esa meta.
Algunas metas pueden ser realistas en el momento en que se establecen, pero la vida cambia. No se engañe pensando que todo permanecerá inmóvil mientras usted avanza hacia sus metas. Quizá su meta sea mejorar sus relaciones matrimoniales, pero mientras usted trabaja hacia el logro de esa meta, quizá su esposa ha iniciado tramites del divorcio. Su meta puede ser convertirse en presidente de su compañía, pero un nuevo descubrimiento científico de pronto crea la posibilidad de una nueva división de manufactura dentro de la estructura de su compañía y usted comprende que su verdadera recompensa está en encontrarse al frente de esa nueva división y no al frente de toda la empresa. Es muy importante que no piense que puede lograr sus metas o sus planes como algo inalterable y tallado en mármol blanco. Las metas fueron hechas para variarse y los planes para cambiarse. No habrá “fracasado” si varía una meta o si cambia un plan, sin importar si la elección fue o no suya.
Una meta es un ideal, que después y tal vez algo que esté completamente fuera de su control, puede obligarlo a bajar de sus miras. Hablando en forma realista, quizá sólo sea capaz de lograr el 25 por ciento de la meta que se fijó originalmente; pero recuerde, si no se hubiese fijado dicha meta, no habría logrado ni siquiera el 25 por ciento.
Por ejemplo, tal vez se haya fijado la meta de que sus hijos desempeñen una parte más activa en las tareas domésticas. Establece una serie de planes para involucrarlos en esas actividades, pero después de considerables esfuerzos, tanto de su parte como de la de sus hijos, ellos apenas desempeñan alrededor del 50 por ciento de las tareas que usted quisiera. Parece como si las cosas ya no fuesen a mejorar por más que usted lo intente. Entonces, quizá seria prudente que aceptara el 50 por ciento como el máximo que pueden desempeñar, felicitándolos y felicitándose a sí mismo por la mejoría que han logrado.
Algunas metas son ideales por los cuales deseará seguir luchando a pesar de las dificultades; pero cuando una meta ya no parece realista, es mejor volver su atención a otras. Una meta jamás debe usarse como un estándar de perfeccionismo que lo obligue a calificarse como “fracasado” si su logro no es de un 100 por ciento. Recuerde el concepto del promedio de bateo de un jugador de béisbol. Un jugador que logra un promedio de 300 se considera como un bateador excelente. Eso significa que si se hace tres hits de cada diez viajes a la base. Trate de permitirse el mismo margen en sus metas y planes; no se exija un promedio de bateo de 1.000 en sus metas. Después de todo, la perfección no es una característica muy “humana”.
Si hace lo que aquí se propone, prácticamente puedo garantizarle que tendrá más éxito en su vida que la mayoría de la gente. Habrá definido sus metas con claridad, cinco a la vez. Quizá no pueda lograr todos los aspectos de cada meta, pero cuando menos habrá alcanzado parte de cada una de ellas.
Asegúrese de usar el modelo de la máquina de enseñar cuando programe sus planes para alcanzar las metas que se ha fijado. Comience siempre con los pasos más ridículamente fáciles, ya que eso no sólo le ayudará a ponerse en marcha, sino a hacerlo con éxito. Es muy probable que siga teniendo éxito a medida que avance desde los planes más sencillos hasta llegar a los más arduos.
Por encima de todo, muéstrese flexible. No vacile en cambiar ya sea una meta o el plan conducente a ella en cualquier momento. No permita que sus metas lo gobiernen; usted es quien gobierna a sus metas. Después de todo, no está tratando de añadir más presiones y cargas a su vida; todo lo trata de hacer es añadir un enfoque.
Pero debe cuidar de no deslizarse hacia una situación en la que sus metas conciernan únicamente a su negocio o a hacer dinero. Debe pensar en su matrimonio, en sus hijos y en sus amigos como áreas importantes en las cuales puede mejorar su vida.
Le he sugerido que empiece escogiendo cinco metas, un número razonable en la cual puede concentrarse. Es obvio que no conservará para siempre esas cinco metas, ya que puede suceder cualquiera de dos cosas. A medida que llegue a su meta, la tachará de su lista para remplazarla por una nueva; o de lo contrario, comprenderá que esa meta particular ya no es deseable ni realista, y tendrá que adaptarla o cambiarla por otra. Y continuará así a todo lo largo de la vida, alcanzando, adaptando o descartando metas para remplazarlas por otra nuevas. En contraste con la mayoría, que deja que su vida simplemente “siga adelante”, su vida siempre estará enfocada hacia metas específicas y con planes determinados para lograrlas. Estará “en movimiento” en todas las áreas importantes de su vida, con un ritmo uniforme y constante. Mejorará su situación e incrementará su felicidad.

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