domingo, 6 de junio de 2010

CÓMO HACER USO DE LA LEY DE UTILIDADES CRECIENTES


Napoleon Hill fue un hombre increíble. Luchando contra toda clase de grandes desventajas y presiones, dedico más de veinticinco años de su vida a entrevistar a los grandes triunfadores e investigar sus carreras. ¿Su meta? Aislar y definir las razones por las cuales tantos fracasan y tan pocos alcanzan el éxito.
Durante las últimas cinco décadas se han publicado cientos de millones de libros sobre el éxito y, sin embargo, la inmensa mayoría de esos libros tienen raíces originadas en los descubrimientos del doctor Hill. Sin lugar a dudas su obra, Think and Grow Richs, un éxito de ventas de todos los tiempos, ha efectuado un mauro número de vidas a todo lo largo de este siglo que cualquier otro libro, exceptuando a la Biblia.
Sin embargo, Thinks and Grow Rich sólo fue una vesion condensada de una obra anterior de Hill, publicada en dieciséis idiomas y titulada The Laws of Succes. ¡ se trata deuna obra tan monunmental que contiene testimonios inapreciables de Thomas Edison, Cyrus Curtis, William Howard Taft, Woolworth Wilson, William Wrigley, Jr., John Wanamaker, George Eastman y F.W. Woolworth!
Esta relación se ha tomado del libro original y su tema, según el doctor Hill, la asegurará por sí mismo el éxito a cualquier persona dispuesta a ponerlo en práctica en todo lo que haga. El doctor Hill escribió:”Quizá no le agrade el trabajo que desempeña actualmente. Pues bien, hay dos formas de salir de +el. Una de ellas es mostrar muy poco interés en lo que hace, limitándose simplemente a hacer lo suficiente “para pasarla”. Muy pronto encontrará la salida, por que cesará la demanda de sus servicios”
Pero existe otra forma mejor para que “salga de ese trabajo que no le agrada “y el escrito r más grande de todos sobre el tema del éxito está a punto de explicarles la forma de lograrlo….
Cuando un hombre está dedicado a desempeñar un trabajo que le agrada, para él no es penoso trabajar más y mejor por el pago que recibe y por esta misma razón, todo hombre se debe a sí mismo hacer hasta lo imposible para encontrar la clase de trabajo que más le agrade.
Tengo el perfecto derecho de ofrecer este consejo a los estudiantes de esta filosofía, por la sencilla razón de que yo mismo lo he seguido, sin que hasta ahora tenga razón alguna para arrepentirme de haberlo hecho.
Este parece ser el momento indicado para incluir una pequeña historia personal que concierne tanto al autor como a la filosofía de la ley del éxito, cuyo propósito es demostrar que el trabajo desempeñado con espíritu de amor y en bien del trabajo mismo jamás se ha perdido ni se perderá.
Toda esta lección está dedicada a ofrecer una evidencia de que en realidad es provechoso prestar más y mejores servicios que aquellos por los cuales nos pagan. Qué esfuerzo tan vano e inútil sería esto, si el autor mismo no hubiese puesto en práctica esta regla el tiempo suficiente para poder decir exactamente cómo funciona.
Durante más de un cuarto de siglo me he dedicado a una labor que he realizado con am ro y de la cual se ha desarrollado esta filosofía, y soy absolutamente sincero al repetir que me he visto ampliamente recompensado por mis esfuerzos con el placer experimentado a medida que avanzaba, aun cuan do no hubiese recibido nada más.
Hace muchos años, mis esfuerzos para desarrollar esta filosofía hicieron necesaria una elección entre una utilidad monetaria inmediata, de la cual habría disfrutado encauzando mis esfuerzos a lo largo de una pauta estrictamente comercial, y la remuneración que llega años después y que está representada tanto por las normas financieras acostumbradas, como por otras formas de pago que sólo pueden medirse en términos de un conocimiento acumulado que nos permite desfrutar en una forma más intensa del mundo que nos rodea.
El hombre que se dedica a un trabajo que le agrada no siempre cuanta con el apoyo de sus amigos mas íntimos y se sus familiares al hacerse esa elección.
La lucha contra las sugerencias negativas de familiares y amigos ha requerido una alármate proporción de mis energías durante todos estos años dedicados a la labor de investigación, con el propósito de recopilar, organizar clasificar y poner a prueba todo el material incluido en mis escritos y en mis cursos.
Si hago todas esas referencias personales es con el único fin de demostrar a todos los estudiantes de esta filosofía que sólo muy rara vez, si acaso, podemos esperar dedicarnos al trabajo que más nos agrada sin tropezar con obstáculos de alguna naturaleza. Por lo general, los principales obstáculos que surgen en el camino de alguien que se dedica a la clase de trabajo que más le agradan, es que quizá no sea la clase de trabajo que desde un principio ofrezca una gran remuneración.
Sin embargo, para compensar esta desventaja, quien se dedica a la clase de trabajo que más le agrada, por lo general se ve recompensado con dos beneficios indiscutibles, es decir: en primer lugar, por lo común, en un trabajo de esa naturaleza casi si empre encuentra la recompensa más grande de todas, la FELICIDAD, que es inseparable; y en segundo lugar, su recompensa real en dinero, cuando se promedia a todo lo largo de una vida de esfuerzos, generalmente es mucho mayor, por la sencilla razón de que el trabajo que se hace con un espíritu de amor casi siempre es mayor cantidad y de mejor calidad que el que se desempeña únicamente por dinero.
Téngase en mente que durante todos estos años de investigaciones no sólo apliqué la ley a que me refiero en esta lección, HACIENDO MAS DE LO QUE ME PAGABAN POR HACER, sino que fui todavía mucho más lejos, al desempeñar un trabajo por el cual, en el momento de hacerlo, ni siquiera esperaba recibir jamás pago alguno.
Así fue como después de años de caos, adversidad y oposiciones, esta filosofía, finalmente, quedó terminada y convertida en un manuscrito dispuesto para su publicación.
Hay un sinnúmero de razones muy sólidas por las cuales usted debería desarrollar el hábito de prestar más servicios y mejores servicios que aquellos por los que le pagan, a pesar del hecho de que la inmensa mayoría de los seres humanos no lo hace.
Sin embargo, hay dos razones para prestar tales servicios, que por su importancia transcienden a todas las demás, a saber:
Primera: Al establecer la reputación de ser una persona que siempre presta más y mejores servicios que aquellos por los que pagan, se beneficiará cuando lo comparen con todos aquellos a su alrededor que no presta esa clase de servicios y el contraste será tan perceptible que habrá una intensa demanda de sus servicios, sin importar qué clase de trabajo desempeñe usted a lo largo de su vida.
Sería un insulto a su inteligencia ofrecerle pruebas de lo sólido de esta declaración, puesto que obviamente es acertada. Ya sea que se dedique a predicar sermones, a la práctica de la ley, a escribir libros, al magisterio en las escuelas o a cavar zanjas, se volverá cada vez más valioso y podrá exigir cada vez mayor remuneración en el momento mismo en que sea reconocido como persona que hace más que aquello por lo cual se le paga.
Segunda: con mucho, la razón más importante del porqué debe presentar más servicios que aquellos por los que se le paga, una razón que es de una naturaleza básica y fundamental, podría describirse de la siguiente manera: supongamos que desea desarrollar un poderoso brazo derecho y supongamos que tratara de hacerlo atándose el brazo a un costado con ayuda de una cuerda, dejándolo así fuera de uso y concediéndole un prolongado descanso. ¿Proporcionaría el desuso más fuerza a ese brazo, o sería causa de atrofia y debilidad, lo que, finalmente, daría por resultado la extirpación de ese brazo?
Usted sabe que si quiere tener un brazo fuerte podría desarrollarlo únicamente si lo usaran en labores arduas. Observe el brazo de un herrero si quiere saber cómo puede fortalecer su brazo. La fortaleza surge de la resistencia. El roble más resistente del bosque no es el que se encuentra al abrigo de la tormenta y oculto de los rayos del sol, sino el que se yergue al descubierto, en donde se ve obligado a luchar por su existencia contra los vientos, las lluvias y el sol abrasador.
Cuando se pone en operación una de las leyes inmutables de la Naturaleza, entonces la lucha y la resistencia desarrollan la fortaleza, y el propósito de esta lección es demostrarle cómo aprovechar esta ley y usarla en beneficio propio, a fin de que la ayude en su lucha por alcanzar el éxito. Al desempeñar más y mejores servicios que aquellos por los que le pagan, no solamente ejercitará sus cualidades para prestar esos servicios y, por consiguiente, una habilidad y capacidad extraordinarias, sino que también establecerá una reputación muy valiosa. Si se forma el habito de prestar esa clase de servicios, llegará a ser tan experto en su trabajo que podrá exigir mayor remuneración que quienes no desempeñan esa clase de servicios. Posteriormente, desarrollarán la suficiente fortaleza y eso le permitirá alejarse de cualquier puesto indeseable en la vida y nadie podrá ni deseará detenerlo.
Si trabaja como empleado, puede llegar a ser tan valioso a través de su hábito de desempeñar un mejor trabajo que aquel por el que le pagan, que prácticamente podrá fijar su propio salario y ningún patrón sensato tratará de evitarlo. Si su patrón fuese tan desafortunado que tratará de negarle la compensación a la cual tiene derecho, esa actitud no sería una desventaja durante largo tiempo, porque otros descubrirán en usted esta cualidad ten insólito y le ofrecerán un empleo.
El hecho mismo de que la mayoría de las personas preste tan poco servicios como es posible par irla pasando, sirve como una ventaja para todos aquellos que presten más servicios que aquellos por los cuales les pagan, ya que eso les permite a quienes trabajan mejor aprovecharse de esa comparación con los demás. Usted puede “pasarla” si presta el menor servicio posible, pero eso es todo lo que obtendrá; y cuando el trabajo disminuya y haya escasez de empleos, será de los primeros en ser despedidos.
Durante más de veinticinco años he estudiado con sumo cuidado a los seres humanos, a fin de cerciorarme de la razón por la cual algunos alcanzan un éxito notable, en tanto que otros, que prácticamente tienen la misma capacidad, no logran progresar; y me parece muy significativo el hecho de que cada persona que he observado aplicando este principio, de prestar más servicios que aquellos por los cuales les pagan, ocupan un puesto mejor y recibía más pago que quienes simplemente prestaban sus servicios “para pasarla”.
En lo personal, nunca en toda mi vida obtuve una promoción que no pudiese atribuir directamente al reconocimiento obtenido por prestar más y mejores servicios que aquellos por los cuales me pagaban.
Quiero subrayar la importancia de convertir este principio en un hábito, como un medio que le permite a cualquier empleado promoverse hasta un puesto más elevado y con más paga, por la razón de que hay miles de hombres y mujeres jóvenes que trabajan para otros y que estudiarán esta lección. Sin embargo, este principio se aplica en el caso del patrón o del profesionista, hombre o mujer, lo mismo que en el del empleado.
La observación de este principio nos brinda una doble recompensa. En primer lugar, nos ofrece la recompensa de una utilidad material más grande de la que disfrutan quienes no lo observan, y en segundo lugar, nos brinda esa recompensa de felicidad y satisfacción que sólo alcanza a quienes son capaces de prestar servicios de esa naturaleza. Si no reciben remuneración alguna, exceptuando la que viene en el sobre de su salario, entonces eso significa que están mal pagado, no importa cuánto dinero contenga ese sobre.

Ahora analizaremos la ley en la cual se basa toda esta lección, es decir…

¡LA LEY DE LAS
UTILIDADES CRECIENTES!

Vamos a iniciar nuestro análisis demostrando la forma en la cual la Naturaleza hace uso de esta ley a favor de quienes labran la tierra. El agricultor prepara el terreno con todo cuidado, después siembra el trigo y espera mientras la ley de utilidades crecientes le devuelve la semilla sembrada, más un incremento múltiple.
De no ser por esta ley las utilidades crecientes, el hombre parecería, pues sería incapaz de lograr que la tierra produjese el alimento suficiente para su subsistencia. No se lograría ninguna ventaja sembrando un campo de trigo si la cosecha no devolviera más de lo sembrado.
Con esta “sugerencia” vital que nos ofrece la Naturaleza, y que podamos encontrar en el ejemplo de los campos de trigo, ahora procederemos a apropiarnos de esta Ley de las utilidades crecientes y a aprender la forma de aplicarlas a los servicios que prestamos, a fin de que pueda rendir dividendos fuera de toda proporción y que excedan con mucho al esfuerzo realizado.
Antes que nada, haremos hincapié en el hecho de que no hay ninguna trampa ni trapacería en relación con esta Ley, aun cuando algunas personas parecen no haber aprendido esta gran verdad, a juzgar por el gran numero de seres que gastan todos los esfuerzos tratando ya sea de obtener algo a cambio de nada, o bien, por menos de su valor real.
No es para ese fin para lo que recomendamos es uso de la Ley de las utilidades crecientes, ya que no es posible tal fin dentro del amplio contexto de la palabra éxito.
Otro rasgo notable y digno de mención de la Ley de utilidades crecientes es el hecho de que puedan emplearla tanto quienes pagan por los servicios con las mismas grandes utilidades con que hacen quienes prestan los servicios. Como prueba de ellos, sólo tenemos que estudiar los efectos de la famosa escala de salario mínimo de cinco dólares al día, que Henry Ford puso en práctica hace algunos años.
Quienes están familiarizados con los hechos, declaran que el señor Ford no trataba de representar el parel de un filántropo al poner en práctica esta escala de salario mínimo, sino que por el contrario, simplemente trataba de aprovechar un principio de negocios muy sensatos, que con toda probabilidad le ha rendido mayores utilidades, tanto en dólares como en buena disposición, que cualquier otra política individual que jamás se haya puesto en práctica en el planta Ford.
¡ Al pagar un salario mayor que en el promedio, recibió servicios mejores que el promedio y en mas cantidad!
De una sola plumada, mediante el establecimiento de esa norma del salario mínimo, Ford logró atraer la mano de obra más competente que había en el mercado y logró que fuese más apreciado el privilegio de trabajar en su planta. No tengo a la mano cifras autenticas relacionadas con el tema, pero si tengo razones muy poderosas par conjeturar que cada cinco dólares gastados, de acuerdo con esa política, recibo por lo menos siete dólares cincuenta centavos en servicios. Y también tengo razones poderosas para creer que esa política le permitió a Ford una reducción en el costo de la supervisión, porque el trabajo en su planta llegó a convertirse en algo tan cotizado que ningún trabajador quería correr el riesgo de perder su puesto “fingiendo trabajar” o prestando un servicio deficiente.
Mientras que otros patrones se vieron obligados a depender de una supervisión muy costosa, a fin de obtener el servicio al cual tenía derecho y por el cual pagaban, Ford obtenía el mismo servicio o mejor gracias al método menos costoso de hacer más apreciada la oportunidad de un empleo en su planta.
Probablemente Marshall Field, en Chicago, se yerguen hoy día como un monumento a su habilidad para aplicar la Ley de las utilidades crecientes.
En una ocasión una de sus clientes compró un costoso corpiño de encaje en el almacén de Fiel, pero nunc llego a usarlo. Dos años después se lo obsequio a una sobrina como regalo de bodas. La sobrina tranquilamente devolvió el corpiño al almacén y lo cambio por otra mercancía, a pesar del hecho de que habían transcurrido más de dos años y para entonces ya era una prenda pasada de moda.
El almacén de Fiel no sólo aceptó el corpiño, sino lo que es todavía más importante ¡lo hizo sin discusión alguna!
Por supuesto no había ninguna obligación, moral o legal, de parte de la tienda para aceptar esa devolución del corpiño en una época tan posterior, lo que hace que esa transacción sea todavía más significativa.
El precio original del corpiño era de cincuenta dorales y por supuesto se vieron obligados a dejarlo en uno de los mostradores de gangas, vendiéndolo a un precio muy bajo, pero quien sepa estudiar a fondo la naturaleza humana comprenderá que el almacén de Field no sólo no perdió nada en el caso de ese corpiño, sino que en realidad se beneficio con la transacción, a un grado que es imposible medir sin simple dólares.
La mujer que hizo la devolución del corpiño sabía que no tenía derecho a un reembolso; por consiguiente, cuando el almacén le dio algo a lo que no tenía derecho, esa transacción la gano como una cliente permanente. Pero el efecto de dicha transacción no termino allí; apenas se había iniciado, pues esa mujer difundió por doquiera la noticia del “trato justo” que recibió en el almacén de Field. Durante muchos días fue el tema de conversación de sus amistades y el almacén de Field obtuvo más publicidad, gracias a esa transacción, de la que podría haber comprado en cualquier otra forma y a un costo diez veces mayor que el precio del corpiño.
El éxito de los almacenes de Field se basó en gran parte en la comprensión que tenia Marshall Field de la Ley de las utilidades crecientes y que, como parte de la política de su negocio. Lo impulsó a adoptar el lema de “el cliente siempre tiene la razón”.
Cuando usted solo hace aquello por lo cual recibe un pago, en ello no hay nada de extraordinario que atraiga un comentario favorable acerca de esas transacción; pero cuando voluntariamente hace algo más y no sólo aquellos por lo que le pagan, su acción atrae la atención favorable de quienes resultan afectados por la transacción y avanza un pasa más hacia el establecimiento de una reputación que en algún futuro podrán a trabajar en beneficio de usted esa Ley de las utilidades crecientes, pues esa reputación creará en todas partes una gran demanda de sus servicios.
Carol Downs empezó a trabajar para W.C.Durant, el fabricante de automóviles, ocupando un puesto sin importancia. En la actualidad se ha convertido en el brazo derecho del señor Duant y es presidente de una de sus compañías distribuidoras de automóviles. Él mismo se promovió hasta ese puesto tan ventajoso exclusivamente gracias a la ayuda de la Ley de utilidades crecientes, que puso en práctica prestando más y mejores servicios que aquel por el cual le pagaba.
En una visita reciente que le hice al señor Downes, le pedí que me digiera cómo se las había arreglado para obtener esa promoción con tanta rapidez. En unas cuantas frases breves me contó toda la historia.
“cuando empecé a trabajar para el señor Durant”, comentó,”obsrvé que siempre se quedaba en su oficina mucho tiempo después de que todo el personal se había ido a casa y me propuse que yo haría lo mismo. Nadie me pidió que me quedara, pero creí que alguien debería estar allí para brindarle al señor Durant cualquier clase de ayuda que pudiese necesitar. A menudo buscaba a alguien que le llevara un expediente, o que le prestara algún servicio trivial y siempre me encontró allí, dispuesto a servirlo. Adquirió el hábito de recurrir a mí; prácticamente, esa es toda la historia.
“¡Adquirió el hábito de recurrir a mí!”
Vuelva a leer esa frase, ya que está plena de un profundo significado. ¿Por qué razón el señor Durant adquirió el hábito de recurrir al señor Downes? Porque el señor Downes se propuso estar allí, en donde pudiesen verlo. Deliberadamente se puso en el camino de señor Durant con objeto de prestarle ciertos servicios que pondrían a trabajar en su propio beneficio la Ley de utilidades crecientes.
¿Alguien le dijo que lo hiciera? ¡No!
¿le pagaron por hacerlo? ¡Sí! Le pagaron con la oportunidad de atraer la atención del hombre en cuyo poder estaba la posibilidad de una promoción. Ahora nos acercaremos a la parte más importante de esta lección, ya que este es el momento adecuado para sugerirle que usted tiene la misma oportunidad que tuvo el señor Downes para hacer uso de la Ley de las utilidades crecientes, y que puede aplicar dicha Ley exactamente en la misma forma en que él lo hizo, estando allí y dispuesto a prestar sus servicios voluntarios en el desempeño de un trabajo que otros podrían eludir porque no se les paga por hacerlo.
¡un momento! No lo diga, ni siquiera lo piense, si es que tiene la más mínima intención de pronunciar esa frase tan trillada de todos los tiempos, que dice, “pero, mi jefe es diferente”.
Por supuesto que es diferente. Todos los hombres difieren en casi todos los aspectos, pero se parecen mucho en esto, son un tanto egoístas, de hecho, son tan egoístas que no desearán que un hombre como Carol Downes comparta su suerte con la competencia y usted puede hacer que ese mismo egoísmo esté a su servicio como una ventaja y no como una desventaja, sí…
Usted tiene el buen juicio de llegar a sr tan útil, que la personal a quien le vende sus servicios no pueda prescindir de ellos.
Una de las promociones más ventajosas que jamás he recibido surgió debido a un incidente que me pareció tan insignificante que en realidad casi no tenía importancia. Un sábado por la tarde, un abogado cuyo despacho se encontraba en el mismo piso quela oficina de mi jefe, entro a preguntarme si sabía en dónde podría conseguir una taquígrafa que le hiciera un trabajo que estaba obligado a terminar ese mismo día.
Le respondí que todas nuestras taquígrafas ya habían salido para asistir a un partido de pelota y que si hubiese llegado cinco minutos después tampoco me habría encontrado a mí, pero que me sentiría muy contento de quedarme y trabajar para él , ya que podría asistir a un partido cualquier otro día y en cambio su trabajo debía hacerse en ese momento.
Le hice el trabajo y al preguntarme cuanto me debía, repliqué,” Oh, alrededor de mil dólares por tratarse de usted; si fuese otra persona, no le cobraría nada”. Sonriendo, me dio las gracias.
Al hacer es observación, ni siquiera paso por mi mente la idea que me pagaría mil dólares por el trabajo de esa tarde, pero ¡ Sí lo hizo! Seis mese después, cuando ya me había olvidado por completo de ese incidente, volvió a visitarme y me preguntó cuál era mi salario. Cuando lo mencioné, me informó que estaba dispuesto a pagarme esos mil dólares que en broma le dije que le cobraría por el trabajo que le hice. Y me los pagó ofreciéndome un puesto con un aumento de sueldo de mil dólares al año.
En una forma inconsciente, esa tarde había puesto a trabajar en beneficio mío la ley de utilidades crecientes, al renunciar al partido y prestar un servicio, lo que obviamente hice por un deseo de ser útil y no por una consideración de orden monetario.
No era mi obligación renunciar a mi sábado por la tarde, pero..
¡Era mi privilegio hacerlo!
Lo que es más, fue un privilegio muy provechoso, pues me proporcionó mil dólares más al año en efectivo y un puesto con mayores responsabilidades que el que ocupaba anteriormente.
La obligación de Carol Downes era estar allí hasta la hora de salida acostumbrada, pero era su privilegio permanecer en su puesto una vez que los demás trabajadores habían salido y ese privilegio, que ejerció en la forma adecuada, le ofreció mayores responsabilidades y un salario que le reditúa mas en un año del o que habría ganado en toda una vida en el puesto que ocupaba antes de ejercer ese privilegio.
Durante más de veinticinco años he estado pensando en este privilegio de prestar mas y mejores servicios que aquellos por los cuales nos pagan y mis pensamientos me han llevado a la conclusión de que una sola hora dedicada cada día a prestar un servicio por el cual no nos pagan, puede redituar mayores utilidades de las que recibimos por todo el resto del día durante el cual simplemente cumplimos con nuestra obligación.
(todavía nos encontramos en la parte más importante de esta lección, de manera que piense y asimile todo esto a medida que lee estas páginas).
La Ley de utilidades crecientes no es una invención mía y tampoco puedo pretender que soy el descubridor del principio de prestar más y mejores servicios que aquellos por los que nos pagan como un medio de utilizar esta Ley.
Simplemente me los apropié, después de muchos años de observación cuidadosa de esas fuerzas que forman parte del logro del éxito, en la misma forma en que usted se los apropiará una vez que haya comprendido su importancia.
Tal vez podría iniciar este proceso de aprobación ahora mismo, intentando un experimento que quizá la abra los ojos y ponga detrás de todos sus esfuerzos poderse que ni siquiera sabía que poseía.
Sin embargo, permítame advertirle que no bebe intentar este experimento con el mismo espíritu con que cierta mujer experimentó con ese pasaje Bíblico que dice algo parecido a : si tu fe es del tamaño de un grano de mostaza y pides que esa montaña sea trasladada a otro lugar, así sucederá. Esa mujer vivía cerca de una elevada montaña que podía verde de la puerta del frente de su casa, de manera que es noche, antes de retirarse, le ordenó a la montaña que se trasladara a otro lugar. A la mañana siguiente saltó del lecho y corriendo hacia la puerta miró hacia afuera, pero ¡he allí! la montaña seguía en el mismo lugar. Entones comento: “¡tal y como lo esperaba! Sabía que seguiría allí”.
Quiero pedirle que aborde este experimento con una planta FE de que señalará uno de los puntos decisivos más importantes de toda su vida. Le pediré que haga que el objeto de su experimento sea la eliminación de un montaña que se yergue en el sitio en donde debería erguirse su templo del éxito, pero en donde jamás lo hará antes de que usted haya eliminado esa montaña.
Quizá jamás haya observado esa montaña a la que me refiero, pero de cualquier manera se levanta en su camino, a menos de que ya la haya descubierto y eliminado.
“¿y cuál es la montaña?” ¡Me pregunta!
Es ese sentimiento de que ha resultado defraudado a menos de que reciba un pago material por todos los servicios que presenta.
Ese sentimiento quizá se esté expresando en una forma inconsciente y está destruyendo los cimientos mismos de su templo del éxito en incontables formas que usted ni siquiera ha percibido.
En la clase más baja de la humanidad en lo que respecta a educación, este sentimiento por lo común busca una expresión externa en términos muy parecidos a lo siguiente:
“no me pagan por hacer eso y maldita sea si voy a hacerlo”
Usted conoce ese tipo de persona al cual me refiero; se ha tropezado con él en incontables ocasiones, pero jamás ha encontrado a una sola persona de este tipo que haya tenido éxito y nunca la encontrará.
El éxito es algo que debe atraerse mediante la compresión y la aplicación de leyes que son tan inmutables como lo es la ley de la gravitación. No puede acorralase y capturarse como se haría con un novillo cerril. Por esta razón, se le pide que aborde el siguiente experimento con el objetivo de que se familiarice con un de las mas importantes de estas leyes; es decir, la ley de utilidades crecientes
El experimento es:
Durante los próximos seis meses, propóngase prestar un servicio útil por lo menos a una persona al día, un servicio por el cual no esperará ni aceptará un pago monetario.
Emprenda este experimento con la fe de que le revelará el uso de una de las leyes más poderosas que forman parte del logro del éxito perdurable, y no saldrá defraudado.
La prestación de ese servicio puede adquirir cualquier de más de cien formas, or ejemplo, puede prestarlo personalmente a una o más personas especificas; o bien puede prestarlo a su propio jefe, en la naturaleza del trabajo que desempeñe después de sus horas normales.
Por esta parte, puede prestarse a un completo extraño o quien ni siquiera espera volver a ver. No importa quién le preste ese servicio, siempre y cuando lo haga con buena voluntad y exclusivamente con el propósito de beneficiar a otros. Si lleva a cabo este experimento con una actitud metal adecuada, descubrirá lo que han familiarizado con la ley en el cual se basa, a saber..
No se puede prestar un servicio sin recibir una compensación, más de lo que puede abstenerse de su prestación sin sufrir la perdida de la recompensa. “causa y efecto, medio y fin, semilla y fruto, simplemente no pueden separarse”, dice Emerson; “pues el efecto ya florece en la causa, el fin preexiste en el medio y el fruto en la semilla”.
“si sirve a un amo ingrato, sírvalo aun más. Ponga a Dios en su lista de deudores. Cada esfuerzo se verá recompensado. Mientras más se retenga el pago, tanto mejor para usted, ya que con este tesorero la tasa y costumbre es pagar intereses compuestos sobre intereses compuestos”.
“ la ley de Naturaleza es : has las cosas y tendrás el poder; pero aquellos que no las hacen tienen el poder”.
Los hombres padecen a todo lo largo de su vida por la tonta superstición de que pueden resultar defraudados. Pero para un hombre es tan imposible resultar defraudado por alguien que nos sea él mismo, como que una cosa exista y no exista al mismo tiempo. En todos nuestros tratos hay un tercer socio silencioso. La Naturaleza y el alma de las cosas asumen la garantía del cumplimiento de cada contrato, de tal manera que un servicio honesto no pueda resultar en una perdida
Antes de iniciar el experimento que se le ha pedido que emprenda, lea Compensation, el ensayo de Emerson, ya que le será de suma utilidad para ayudarlo a comprender por qué está haciendo ese experimento.
Quizá ya leyó Compensation. ¡Vuelva a leerlo! Uno de los fenómenos más extraños que observa acerca de este ensayo radica en el hecho de que cada vez que lo lea descubrirá nuevas verdades que pasaron inadvertidas para usted durante sus lecturas previas.
En esta vida atravesamos por dos periodos importantes, uno de ellos es ese periodo durante el cual recopilamos, clasificamos y organizamos el conocimiento, y el otro es el periodo durante el cual luchamos por el reconocimiento. Primero debemos aprender algo, que requiere mayores esfuerzos de los que la mayoría de nosotros está dispuesto a dedicarle al trabajo, pero una vez que hemos aprendido gran parte de las cosas que pueden ser útiles al servicio de los demás, todavía nos enfrentamos al problema de cómo convencernos de que podemos servirlos.
Una de las razones más importantes por las cuales siempre deberíamos estar no sólo preparados, sino dispuestos a prestar un servicio, es el hecho de que cada vez que lo hacemos ganamos así la oportunidad de mostrarles a alguien que somos poseedores de esa capacidad, simplemente damos un paso más hacia el logro del reconocimiento necesario que todos bebemos tener.
En vez de decirle al mundo,” muéstrame el color de su dinero y yo le demostrare de qué soy capaz”, invierta la regla y diga, “permíteme mostrarle el color de mis servicios para que yo pueda echarle un vistazo al color de su dinero en caso de que mis servicios le agraden”.
Cuando mucho, la vida no es sino un breve lapso de años. Lo mismo que un vela, nos encienden, parpadeamos durante un momento ¡y después nos apagamos ¡ si fuimos depositados aquí con el fin de acumular tesoros para usarlos en una vida que se encuentra más allá de las oscuras sombras de la Muerte, ¿no sería posible que acumuláramos mejor esos tesoros prestando todos los servicios posibles a todas las personas a quienes podamos, con un espíritu amante de bondad y simpatía?.
Espero que usted esté de acuerdo con esta filosofía.
Es este punto debe llegar a su término esta lección, pero eso de ninguna manera significa que haya quedado completa. En donde yo he fundamentado una cadena de pensamientos, ahora es su obligación encargarse d ella y desarrollarla, su propia manera y en su propio beneficio.
Por la naturaleza misma del tema de esta lección, nunca logrará terminarse, ya que conduce al corazón mismo de todas las actividades humanas. Su propósito es hacerlo que se apropie de los principios sobre los cuales se basa y que después lo utilice como un estimulo que hará que su mente se desdoble, liberando así las fuerzas latentes que son suyas.
Esta lección no tiene como fin enseñarle algo, sino que pretende ser un medio de obligarlo aprender por sí mismo una de las verdaderas más grandes de la vida. Se pretende que sea una fuente de educación, para que desarrolle desde su interior todas esas fuerzas de la mente que están a su disposición para que haga uso de ellas.
Cuando preste el mejor servicio de que sea capaz, luchando en cada ocasión por superar todos sus esfuerzos previos, estará haciendo uso de la forma más elevada de educación. Por consiguiente, cuando preste más y mejores servicio que aquellos por los cuales recibe un pago, usted, más que nadie, se beneficiará con ese esfuerzo.
Sólo a través de la prestación de un servicio de esa naturaleza es como puede lograrse el dominio en el terreno o en las empresas que haya elegido. Por esta razón, debe hacer parte de su principal meta definida sea tratar de sobrepasar todos los esfuerzos previos en todo lo que haga. Deje que esto se convierta en parte de sus hábitos cotidianos y practique esas actitud con la misma regularidad con la que come sus alimentos.
Propóngase prestar más y mejores servicios que aquellos por los que le pagan y ¡verá!, antes de que se dé cuenta de lo que ha sucedido, ¡encontrara que el MUNDO LE PAGARÁ GUSTOSO POR MÁS DE LO QUE HACE!
La tasa que se le pagará por tales servicios será de un interés compuesto sobre el interés compuesto. Corresponde enteramente a usted determinar en qué forma tendrá lugar esa acumulación de sus utilidades.
Y ahora, ¡qué piensa hacer con todo lo que ha aprendido en esta lección’ y ¿cuándo lo hará? Y ¿en qué forma? Y ¿por qué razón? Esto no tendrá ningún valor para usted, al menos de que lo impulse a adoptar y usar el conocimiento que se le ha ofrecido.
¡El conocimiento se convierte en PODER únicamente a través de su organización y USO! No se olvide de esto.
Jamás podrá convertirse en líder si no hace otra cosa que aquello por lo que le pagan, y tampoco alcanzará el éxito sin que desarrolle un liderazgo en la ocupación que ha elegido.

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